Thekchen Chöling, Dharamsala, HP, India - Su Santidad el Dalái Lama llegó esta mañana con una amplia sonrisa. Observó los rostros de los estudiantes de Rusia, rió, saludó y se sentó.
El profesor Nikolai Yankovski, miembro de la Academia Rusa de Ciencias, se presentó y explicó que moderaría la conversación de hoy en lugar de la profesora Tatiana Chernigovskaya, directora del Instituto de Investigación Cognitiva de la Universidad Estatal de San Petersburgo, que había perdido la voz. Aclaró que los principales participantes en la reunión de hoy eran estudiantes de universidades rusas. Esperaba que la experiencia fuera tan significativa para ellos como lo habían sido para él las reuniones con Su Santidad en el pasado.
Su Santidad abrió su charla con la observación de que todos somos iguales como seres humanos.
«Todos queremos vivir una vida feliz. No queremos sufrir. Al igual que los demás animales, incluso los más pequeños como los insectos, queremos llevar una vida feliz y sin sobresaltos. Lo que marca la diferencia es que los seres humanos somos inteligentes y tratamos de utilizar nuestra inteligencia para encontrar la felicidad. Pero a veces somos miopes y estrechos de miras al respecto. En el pasado, por ejemplo, los tibetanos rezábamos por el bienestar de todos los seres sensibles, pero en realidad sólo nos preocupaban los tibetanos. Supongo que a ustedes, los rusos, también les ocurría lo mismo.
»El siglo XX fue testigo de dos guerras mundiales. Utilizamos nuestra inteligencia humana y nuestros conocimientos científicos con fines militares. Desarrollamos armas cada vez más destructivas, incluyendo bombas nucleares y misiles armados con cabezas nucleares. Sólo pensábamos en nosotros mismos. Ahora, tenemos que pensar en toda la humanidad, no sólo en esta o aquella nación. Puesto que todos tenemos que vivir juntos en este único planeta, no hay lugar para luchar sobre la base de una división en "nosotros" y "ellos", esa es una forma de pensar anticuada.
»Cuando se trata de construir un mundo más feliz, tenemos que ver las diferencias culturales y lingüísticas entre nosotros como algo secundario. Tenemos que tener en cuenta a toda la humanidad. Antes, por pensar sólo en términos estrechos, tropezábamos con la guerra con toda la miseria que conllevaba.
»Rusia es una gran nación con un gran potencial para contribuir a un mundo más feliz. Me alegro de tener hoy esta oportunidad de hablar con ustedes, estudiantes, y de responder a sus preguntas».
Un estudiante de la Universidad Estatal de Kalmyk explicó que él y sus amigos se habían ofrecido como voluntarios para ayudar a los necesitados durante la pandemia. Preguntó si debían arriesgar sus vidas por compasión. Su Santidad respondió que si practicamos verdaderamente la compasión, nos preocupamos principalmente por los demás y no por nosotros mismos.
«Admiro mucho a quienes han ayudado a personas enfermas o solas, a pesar del riesgo que corren. La preocupación activa por los demás, incluso sacrificando nuestra propia vida, es una expresión de verdadera compasión. Los que seguimos las tradiciones espirituales de la India, como el budismo, creemos que vivimos vida tras vida. Si entregamos nuestra vida por el bien de otras personas, podemos confiar en que tendremos una buena vida en la próxima reencarnación. Esto se asemeja a la creencia cristiana, musulmana y judía de que si te sacrificas por los demás, Dios cuidará de ti».
Su Santidad dijo a un estudiante de la Universidad Estatal de Buryat que la fe debe combinarse con la sabiduría. Esto significa examinar las enseñanzas a la luz de la razón. Se dice que las personas con una educación limitada confían en la fe ciega. Los más capaces de ejercer su inteligencia se basan en la razón.
A la pregunta de una estudiante de la Universidad Estatal de San Petersburgo sobre si hay algo que sea bello para todos, Su Santidad respondió:
«La calidez del corazón. Incluso los animales la aprecian. Si nuestra motivación es la bondad amorosa, se reflejará en la expresión de felicidad de nuestro rostro. La verdadera belleza es la belleza interior».
Una estudiante de la Universidad Estatal de Tuva quiso saber si existe algún conflicto entre la búsqueda del desarrollo tecnológico y la espiritualidad.
«La tecnología la creamos y utilizamos los seres humanos —señaló Su Santidad—. Si lamos emplea juiciosamente con altruismo, el resultado será bueno. Un ordenador no tiene una respuesta emocional propia. El efecto que pueda tener en una situación determinada depende en gran medida de la persona que lo utilice. Si la persona que lo utiliza es generosa y amable, es probable que el efecto sea positivo. Pero si la misma herramienta es utilizada mañana por alguien enfadado y rencoroso, es más probable que el resultado sea perjudicial.
»Los seres humanos somos compasivos por naturaleza. Desde que nacemos estamos arropados por el amor de nuestra madre. Dependemos de los demás para nuestra propia supervivencia. Los científicos observan que, como somos animales sociales, nos preocupamos de forma natural por nuestra propia comunidad y, sin embargo, la educación moderna se concentra en los fenómenos externos. Si cultiváramos la higiene emocional, del mismo modo que observamos la higiene física para preservar nuestra salud, aprenderíamos a atajar nuestras emociones destructivas y a alimentar el altruismo».
Una joven de la Universidad Estatal de Moscú se preguntó cómo sería la humanidad si todos nos iluminásemos. Su Santidad aclaró que la budeidad es un estado en el que la mente se ha purificado completamente de las emociones negativas. La naturaleza de la mente es la luz clara y la compasión, mientras que las emociones destructivas tienen sus raíces en la ignorancia. Sin embargo, las emociones negativas no tienen una base sólida y, por lo tanto, pueden ser eliminadas al eliminar la ignorancia y la naturaleza de luz clara de la mente se hará entonces manifiesta.
Su Santidad afirmó que ésta era la práctica de los grandes maestros del pasado y es una práctica que él mismo ha seguido. Es porque la naturaleza de la mente es luz clara que podemos reducir y eliminar la ignorancia. Esto nos convierte en dueños de nuestro propio destino.
Un estudiante de Buriatia preguntó por qué parecía haber más mujeres que hombres interesados en la vida espiritual. Su Santidad admitió que había observado que en Occidente, por ejemplo, hay más monjas cristianas que monjes. Especuló que las mujeres pueden ser más conscientes de lo dependientes que somos unos de otros. Declaró que Buda había dado las mismas oportunidades a los hombres y a las mujeres, ya que ambos podían recibir la ordenación monástica.
Una joven de Moscú se interesó por saber cómo había afectado al budismo la mayor interacción con otras culturas y sistemas de conocimiento en los últimos tiempos. Su Santidad le dijo que en la época de Buda, los seguidores de lo que más tarde se convirtió en la Tradición Pali no investigaban lo que él había enseñado. Más tarde, los maestros de la Tradición de Nalanda emplearon ampliamente la razón. Aquellos como Nagaryuna y Chandrakirti tenían mentes muy agudas e independientes. Chandrakirti enseñó que nada existe por sí mismo, las cosas sólo existen por designación, lo que constituye una interpretación muy sutil del Camino Medio. Otros grandes eruditos fueron incapaces de aceptar esta idea por miedo a la noción de que nada existe de la forma en que aparece.
Su Santidad hizo hincapié en que, dado que la sabiduría es el antídoto contra la ignorancia, investigar diferentes formas de pensar a la luz de la razón es inmensamente importante. Este enfoque, típico de la Tradición de Nalanda, es el que ha permitido a Su Santidad y a miles de eruditos de los centros monásticos de aprendizaje del sur de la India entablar un fructífero diálogo con los científicos modernos.
Después de un año en el que los alumnos se han relacionado con sus maestros y han estudiado por internet y Su Santidad mismo ha enseñado regularmente por internet, le dijo a una joven kalmyk que, cuando es posible, la comunicación personal directa tiene sus propios beneficios. Sin embargo, ningún budista vivo en la actualidad ha conocido al Buda. Sus enseñanzas se han conservado en tibetano en los 100 volúmenes que recogen sus palabras, en los 220 volúmenes de tratados indios posteriores, en las 10.000 obras de los eruditos tibetanos y en las mentes de quienes las leen. Es una tradición viva.
Su Santidad aseguró a un estudiante de San Petersburgo que desde el punto de vista budista todo depende de nosotros. Esta galaxia surge debido a nuestro karma, a las huellas dejadas en nuestro continuo mental por las acciones cometidas. Si entrenamos nuestra mente, cultivando el altruismo y la sabiduría podemos poner fin al ciclo de existencias. La mente no tiene principio ni fin. Mientras esté envuelta en la ignorancia, seguimos siendo seres sensibles. Pero una vez eliminada la ignorancia, nuestra mente se convierte en la mente de un Buda.
Sin embargo, Su Santidad rechaza ceder ante las dificultades que puedan surgir porque son «el resultado de nuestro karma». Subrayó que hay pocas situaciones que no puedan cambiarse y que el karma negativo puede contrarrestarse creando un karma positivo. Su Santidad explicó que ante las circunstancias que escapan a nuestro control es bueno ser paciente, pero no es adecuado serlo con el sufrimiento en general. Puesto que cada uno de nosotros tiene la naturaleza de Buda, es mucho mejor esforzarnos para alcanzarla y superar así la ignorancia y el sufrimiento.
En cuanto a la relación entre la ciencia y el budismo, Su Santidad comentó que cuando estaba en el Tíbet no tenía prácticamente ningún contacto con los científicos, aunque de niño era curioso por naturaleza. En la India y en otros lugares ha podido reunirse con científicos y entablar conversaciones con ellos. Posteriormente, el estudio de la ciencia se ha incluido en el plan de estudios de los centros monásticos de aprendizaje. Los monjes y las monjas han aprendido sobre el mundo físico. Los científicos han aprendido sobre el funcionamiento de la mente y las emociones, así como las formas de cultivar y preservar la paz mental. Su Santidad describió los niveles de sutileza diferentes de los distintos estados mentales.
En cuanto a cómo mantener la paz mental cuando hay tantos problemas en el mundo, Su Santidad citó el ejemplo de los problemas que surgen a causa del calentamiento global. Muchos de ellos, como los huracanes y los incendios forestales, están fuera de nuestro control. Sin embargo, si reducimos nuestro uso de combustibles fósiles y recurrimos en su lugar a fuentes de energía renovables, como la solar y la eólica, podemos reducir las emisiones de carbono, que son la causa del problema.
El moderador, el profesor Nikolai Yankovski, dio las gracias a Su Santidad por sus útiles respuestas. Le dijo que había sido un gran placer estar en contacto con él.
En su consejo final, Su Santidad señaló que algunas repúblicas rusas han sido tradicionalmente budistas. «Las personas que no han tenido la oportunidad de estudiar, que sólo se dedican a decir oraciones y a realizar rituales, no deberían contentarse con eso. Estudien todo lo que puedan. Cotejen lo que aprendan con la ciencia. Den vida a la tradición de Nalanda. Gracias y hasta la vista».