Thekchen Chöling, Dharamsala, HP, India - Tres grupos diferentes de estudiantes se reunieron hoy con Su Santidad el Dalái Lama en su residencia. Diez de la Universidad de Minnesota están tomando un curso corto de Medicina Tibetana en el Men-tsee-khang. Veinte eran de la Universidad de Guelph, Canadá, y están colaborando como voluntarios dentro de la comunidad tibetana en Dharamsala. A ellos se unieron veinticinco estudiantes y personal de Tong Len, una fundación benéfica cuya visión es apoyar a las comunidades indias desplazadas en el valle de Kangra, en el norte de la India.
Su Santidad los saludó a todos al entrar, diciéndoles que mientras que él pertenece a la generación del siglo XX que está llegando a su fin, ellos pertenecen al siglo XXI y tienen el futuro por delante.
«Mi generación parece haber creado muchos problemas en este planeta que vuestra generación tendrá que trabajar para resolver. Tendréis que trabajar para crear un mundo más pacífico. Pero puesto que la naturaleza humana básica es compasiva, hay esperanza. Si nuestra naturaleza básica fuera la ira, no habría ninguna esperanza».
Su Santidad presentó a los estudiantes de Tong Len como niños originarios de barrios pobres sin posibilidades. Explicó que Tong Len ha ayudado a unos 300 niños en los últimos 14 años, algunos de los cuales están ahora cursando estudios superiores.
Uno de los miembros del personal de Tong Len describió el programa de desarrollo holístico y educación en ética secular que siguen con los estudiantes. Mencionó Secular Ethics Yatra (Travesía de Ética Secular) en el que los estudiantes interactúan con niños de otras escuelas sobre el tema de la ética secular. Un segundo proyecto que se conoce como «Marketing Secular Ethics» (Comercialización de la Ética Secular) está más enfocado a compartir estas ideas con un público más amplio. Incluye la preparación de pancartas y folletos con mensajes sobre, por ejemplo, el valor de la compasión.
Varios estudiantes fueron invitados a hablar sobre su experiencia de formación en ética secular. Una de ellos explicó lo ansiosa y motivada que estaba cuando llegó a la Universidad de Cristo en Bangalore. Se sintió abrumada al estar rodeada de estudiantes ricos que hablaban inglés con fluidez, pero recuperó su confianza al pensar en lo que había aprendido sobre la capacidad en auto-aceptación y valentía. Otra habló de sus aspiraciones a formarse como doctora y del valor que había derivado de su aptitud en el discernimiento, que le ayuda a tomar buenas decisiones. Un joven mencionó su trabajo con la inquietud empática, diciendo: «Somos pobres y hemos conocido el sufrimiento. No queremos que otros sufran como nosotros. Queremos crear una sociedad pacífica y solidaria». Otro joven que sigue un curso de B.Com en Kangra dijo que solía ser un mendigo y que su trabajo con la apreciación de la bondad ha sido muy útil para calmar sus sentimientos de ira.
«Maravilloso —respondió Su Santidad—, estáis poniendo en práctica mi visión. Estáis demostrando cómo podemos compartir la idea de la ética con otros, sin tener que depender de tal o cual tradición religiosa, sino basándonos en la experiencia común y en los valores humanos. Todo el mundo aprecia la bondad, pero desafortunadamente nuestro sistema educativo moderno, con sus objetivos materialistas, no deja mucho espacio para los valores internos. Necesitamos hacer que la gente sea más consciente de estos valores internos sobre la base de los hallazgos científicos, el sentido común y la experiencia común».
Su Santidad continuó explicando sus propios compromisos, en primer lugar como ser humano comprometido con la promoción de la unidad de la humanidad. En segundo lugar, el hecho de que la India sea el único país en el que todas las tradiciones religiosas del mundo conviven amistosamente demuestra que la armonía entre las tradiciones religiosas es posible y que él está comprometido a promoverla. En tercer lugar, como tibetano, a pesar de su retiro de los asuntos políticos, se dedica a preservar la ecología del Tíbet. Señaló que, dado que grandes ríos como el Brahmaputra y el Indo nacen en el Tíbet, la India es uno de los varios países asiáticos que tienen derecho a preocuparse por esas fuentes de agua.
En cuanto al conocimiento y la cultura tibetana, dijo:
«India es nuestro gurú. Somos los chelas o discípulos, pero hoy en día parece que a través de un estudio riguroso y continuo hemos mantenido vivo el conocimiento que recibimos, mientras que aquí en gran medida se ha olvidado. Ahora, me siento comprometido a fomentar un renacimiento más amplio del antiguo conocimiento indio. Esto incluye una profunda comprensión del funcionamiento de la mente y las emociones y de cómo abordar nuestras emociones destructivas.
»Si también podemos formar a la gente en ética secular, podremos poner fin a problemas como la corrupción, la brecha entre ricos y pobres, así como la desigualdad social. Podemos crear una sociedad más justa e igualitaria».
Al responder a las preguntas de los estudiantes, Su Santidad habló sobre la necesidad de analizar si hay algún valor en las emociones como la ira. Comentó que nunca hemos oído a un médico decirle a un paciente que necesita estar más enojado, sino que le aconsejan que esté tranquilo y relajado. Dijo que si lo pensamos, está claro que la ira destruye nuestra paz mental.
En cuanto al contentamiento, observó que es útil a nivel individual. A nivel comunitario, sin embargo, no hay lugar para un contentamiento que conduzca a la complacencia. Las comunidades necesitan desarrollarse de manera activa.
Cuando se le preguntó cómo hacer frente a situaciones o experiencias negativas, Su Santidad se refirió al consejo de Shantideva de evaluar un problema de manera realista. Si se puede resolver, es necesario tomar las medidas adecuadas, pero preocuparse no ayudará. Si el problema no se puede resolver, no sirve de nada preocuparse.
A un estudiante que preguntó qué necesitamos para lograr un cambio positivo en el mundo, Su Santidad le dijo: «una educación más compasiva». En relación con China, dijo que tal vez sea necesaria otra Revolución Cultural. La primera fue motivada por la ira y el odio. Lo que se necesita ahora es una revolución cultural motivada por la compasión. Añadió que más honestidad y veracidad llevaría a menos sufrimiento, y más bondad y compasión llevaría a menos ira.
Agradeció a los estudiantes su visita, diciéndoles que apreciaba lo que estaban haciendo y que le parecía muy alentador.