Thekchen Chöling, Dharamsala, HP - Esta mañana Su Santidad el Dalái Lama fue invitado a hablar a los estudiantes de la Facultad de Derecho de la Universidad de Delhi; de la Universidad Hindú Banaras de Varanasi; de la Universidad Guru Govind Singh Indraprastha de Nueva Delhi; del Instituto Nacional de Tecnología de Yupia, Arunachal Pradesh y de la Escuela Central de Chapra, Saran, Bihar.
El profesor Raman Mittal de la Facultad de Derecho de la Universidad de Delhi dio un breve discurso de bienvenida. Reconoció que el mundo está pasando por momentos difíciles durante los cuales se ha recordado a todos la fragilidad de la vida. Obligados a mirar hacia adentro, buscaron la guía de Su Santidad con respecto a la compasión y la esperanza.
«Cuando nos enfrentamos a problemas y dificultades —respondió Su Santidad—, encuentro útil confiar en el consejo del maestro de Nalanda del siglo VIII, Shantideva. Él nos pide que analicemos el problema al que nos enfrentamos. Debemos examinarlo para ver si puede superarse. Si se puede, no hay necesidad de preocuparse. Solo hay que poner en práctica la solución. Si el problema no puede ser solucionado, preocuparse por ello no ayudará. Encuentro que esta es una evaluación muy realista.
»Si sólo tenemos una visión estrecha y miope, nuestros problemas pueden parecer enormes. Pero si los miramos desde una perspectiva más amplia, no parecen ser tan desalentadores.
»Los grandes maestros indios de la antigüedad sugirieron que las galaxias tienen un principio y un fin. Lo que sea que tenga una causa, lógicamente debe llegar a una conclusión. Nuestro sol tuvo un comienzo, así que eventualmente también llegará a su fin. En tal contexto, nuestros problemas inmediatos son relativamente pequeños.
»También se menciona en los textos antiguos que el universo puede ser consumido por el fuego, el agua o el viento. Las indicaciones actuales del calentamiento global sugieren que en nuestra era el fin será por el fuego. Los científicos dicen que a menos que se hagan cambios, el calentamiento global alcanzará un punto en el que los lagos y ríos se secarán y lo que ahora es tierra verde se convertirá en desierto. En un contexto tan amplio, los desacuerdos entre los seres humanos disminuyen en importancia.
»Mientras tanto, las consecuencias de esta pandemia han sido muy tristes, pero debemos enfrentarla lo mejor que podamos. Las investigaciones sobre cómo lidiar con ella deben continuar. Creo que las tradiciones médicas tradicionales pueden tener algo útil que aportar. En el siglo VIII, el emperador tibetano, Trisong Detsen, convocó una conferencia de practicantes de Ayurveda, medicina tradicional china, medicina tibetana y otras tradiciones para compartir sus conocimientos. Una conferencia similar hoy en día que incluya también a los médicos alópatas podría ser fructífera».
Su Santidad comentó que cualesquiera que sean los problemas a los que nos enfrentemos, siempre es mejor ser honestos y veraces. Reiteró su creencia de que si revivimos las antiguas tradiciones indias de «ahimsa» y «karuna», la no violencia y la compasión, la humanidad será más feliz. Se declaró discípulo de estas tradiciones, cuyo objetivo es crear una sociedad más compasiva. Tanto la «ahimsa» como la «karuna» surgieron de las prácticas para cultivar la concentración y la sabiduría. Son comunes a las prácticas meditativas de hindúes, samkhyas, jainistas y budistas. El cultivo de la compasión contribuye a la paz mental.
Su Santidad señaló que para mantenernos sanos observamos códigos de higiene física, pero, además, necesitamos cultivar también la higiene emocional. Esto implica llegar a reconocer todo nuestro sistema de emociones, cuya comprensión, junto con el funcionamiento de la mente, es algo único en el antiguo conocimiento indio. Destacó que aunque las explicaciones sobre el funcionamiento de la mente se encuentran en los tratados espirituales, este conocimiento puede ser aplicado de una manera objetiva y secular.
«A menudo digo —continuó Su Santidad—, que debido a que la comprensión de la mente y las emociones forma parte de la antigua herencia de la India, aquí se da una oportunidad especial para combinarla con la educación moderna. Creo que ha llegado el momento de que los hermanos y hermanas de la India presten más atención a las formas de abordar nuestras emociones y de lograr una verdadera paz mental.
»Dentro del budismo tenemos las tradiciones Pali y Sánscrita. Los maestros de Nalanda siguieron en gran medida la tradición sánscrita, que enfatiza el uso de la razón sobre la confianza en la fe. El Buda instó a sus discípulos a examinar sus enseñanzas tal como un orfebre comprueba el oro. Les dijo que investigaran y experimentaran, que adoptaran un enfoque científico. Esto es lo que hicieron Nagaryuna, Aryadeva, Chandrakirti, Dignaga y Dharmakirti, que eran practicantes así como eruditos de Nalanda.
»La literatura budista, tal como fue traducida al tibetano, principalmente del sánscrito, consta de 100 volúmenes de las palabras del Buda y de más de 220 volúmenes de tratados explicativos de maestros posteriores. Esta colección contiene los libros que estudiamos.
»En el siglo XX, Mahatma Gandhi revivió la 'ahimsa', la no violencia, y demostró lo eficaz que podía ser en términos de lucha política. El arzobispo Desmond Tutu, Nelson Mandela y Martin Luther King se conmovieron profundamente con su ejemplo. Aquí y ahora en el siglo XXI, cuando demasiados problemas giran en torno a las emociones, estoy convencido de que la India puede mostrar al mundo cómo afrontarlos y cómo lograr la paz mental.
»He pasado más de 60 años en la India. Cuando llegué por primera vez como refugiado me sentí algo triste. China y la India son las naciones más pobladas del mundo, pero mientras que China se ha enfrentado a todo tipo de altibajos, la India ha preservado constantemente su democracia y el estado de derecho. Es un país en el que diferentes pueblos con su propio idioma y cultura pertenecen a una sola Unión India.
»China es tradicionalmente un país budista y hoy en día se dice que hay 400 millones de budistas chinos. Por lo tanto, hay una cultura común entre China y la India que podría ser la base para su trabajo conjunto para lograr la paz en el mundo.
»Le digo con orgullo a la gente que soy un hijo de la India y una vez un periodista me preguntó por qué lo decía. Le respondí que mi mente está llena de pensamiento indio y que mi cuerpo se ha nutrido de años de arroz indio, dal y chapati. Ante las dificultades, el antiguo conocimiento indio de la mente y las emociones me ha ayudado a sobrellevarlas. Dondequiera que vaya y siempre que puedo, le hablo a la gente sobre la no violencia y la compasión.
»Hoy soy el invitado más antiguo del Gobierno de la India. Desde que conocí al Presidente Rajendra Prasad y a Pandit Nehru, el Gobierno y el pueblo de la India han cuidado de la comunidad tibetana, incluyéndome a mí. Ahora, para devolverles su amabilidad, estoy decidido a revivir el antiguo conocimiento indio de una forma secular adecuada a los tiempos modernos. Hasta ahora, el público de la India ha respondido positivamente. Sin embargo, una persona como yo sólo tiene un par de manos y necesito toda la ayuda y el apoyo que pueda conseguir para cumplir con esta tarea».
Ante la solicitud de preguntas de Su Santidad, una joven de la Facultad de Derecho de la Universidad de Delhi le preguntó sobre la espiritualidad. Le dijo que a pesar de sus diferencias filosóficas, las principales tradiciones religiosas del mundo transmiten un mensaje común sobre la importancia de la bondad amorosa, la tolerancia y el perdón. Explicó que es debido a las diferencias entre los seres humanos que necesitamos diferentes enfoques para el desarrollo de la bondad amorosa.
Otra joven, que es juez en Rajastán, quería saber cómo ver las cosas objetivamente, sin el tamiz de nuestros prejuicios. Su Santidad explicó que los fenómenos parecen existir objetivamente desde su propio lado, pero que eso es sólo apariencia. No es la realidad. Recordó la observación de la física cuántica de que nada existe como parece. Aclaró que la base de las respuestas emocionales como el apego y la ira es pensar que las cosas existen objetivamente. En realidad, todo surge de manera dependiente; todo es interdependiente. Le pidió que examinara la existencia del Buda y que se preguntara si el Buda es su cuerpo, su habla o su mente.
Un profesor de la Universidad Hindú de Banaras preguntó cómo encontrar la ecuanimidad. Su Santidad respondió que las emociones destructivas surgen de aferrarse a las apariencias de forma ignorante. El antídoto a este concepto erróneo es entender que nada existe como parece. Mencionó la ilustración de Chandrakirti, que utiliza un análisis séptuple para examinar el modo de existencia de un carro. Chandrakirti afirma que no se puede decir que el carro sea diferente de sus partes; no es idéntico a esas partes, ni posee esas partes; no está en sus partes, ni sus partes existen en él; no es la mera colección, ni es la forma. Sin embargo, el carro existe por convención.
Su Santidad continuó diciendo que si la tesis de que los fenómenos tienen una existencia objetiva en sí mismos fuera cierta, de ella se derivarían tres consecuencias absurdas. La primera sería que la absorción meditativa de un ser noble enfocada en la vacuidad sería la causa de la destrucción de los fenómenos y, la segunda, que existencia convencional de los fenómenos sería capaz de soportar el análisis final sobre su existencia última.
Recordó que el físico nuclear Racha Ramanna le comentó una vez que, aunque la física cuántica había surgido en Occidente no hace mucho tiempo, los modos de pensamiento correspondientes podían localizarse en la antigua India. Nagaryuna también estuvo de acuerdo en que nada existe como parece.
«Tan pronto como me despierto por la mañana —declaró Su Santidad—, me recuerdo a mí mismo que nada existe como parece. Entonces pienso en los seres sensibles que aunque quieren ser felices experimentan sufrimiento. Genero compasión por ellos, y determinación para ayudarlos en lo que pueda a eliminar sus emociones negativas».
La siguiente pregunta, del vice-director de la Escuela Central de Chapra en Bihar, se refería a cómo desarrollar la paz mental. También mencionó que la escuela tenía una asociación con Jayaprakash Narayan. Su Santidad respondió inmediatamente, «JP era un gran partidario del pueblo tibetano y un buen amigo mío; un hombre magnífico».
En respuesta a la pregunta Su Santidad dijo: «El verdadero destructor de nuestra paz mental no son las armas ni los enemigos externos, sino nuestras propias emociones destructivas. Por el contrario, Shantideva señala que un enemigo puede ser nuestro mejor maestro espiritual. Ni nuestros amigos ni el Buda nos dan la oportunidad de practicar la paciencia como lo hace una persona hostil. Y al hacerlo, un enemigo puede convertirse en un maestro.
»Las emociones negativas tienen sus raíces en la estrechez de miras, en la ignorancia y en nuestros puntos de vista erróneos. Las emociones positivas, por otro lado, se basan en la razón. No podemos meditar sobre la ira o el miedo, mas sí podemos fortalecer nuestro sentido de la compasión mediante la meditación, ya que se apoya en la razón».
Un profesor de la Universidad Guru Govind Singh Indraprastha, de Nueva Delhi, quiso escuchar el consejo de Su Santidad sobre la transformación del sistema educativo.
«La educación moderna en este país fue en gran medida introducida por los británicos —afirmó Su Santidad—. Tiene objetivos materialistas y apenas menciona nuestro mundo interior. Sin embargo, si la educación moderna se combinara con la comprensión del funcionamiento de la mente y las emociones, de cómo lograr la paz mental, sería más completa.
»Los estudiantes deben aprender no sólo sobre el mundo físico, sino también sobre su experiencia emocional. Desde el jardín de infancia hasta la universidad, el plan de estudios también debería incluir formación sobre la mente y las emociones de una forma objetiva y secular. Este país tiene una herencia de conocimiento de la mente y nuestro mundo interior, pero necesita ser revivida en las aulas de la nación.
»Los niños y niñas pequeños crean pocos problemas. Son naturalmente honestos, abiertos y aprecian el afecto. Algunos científicos dicen que los seres humanos son animales sociales con una preocupación natural por su propia comunidad. Vemos esto entre las niñas y niños. Cuando son jóvenes, son naturalmente amables. Pero en cuanto van a la escuela, esto empieza a cambiar. Desarrollan objetivos materialistas. Empiezan a ver a los demás en términos de "nosotros" y "ellos". En la escuela se descuida su naturaleza humana básica de ser compasivos.
»Si el sistema educativo fomentara la paz interior, la compasión y la no violencia, los estudiantes aprenderían a lograr la paz mental. Esto es lo que se requiere si queremos cumplir el objetivo de un mundo genuinamente pacífico y desmilitarizado. Gracias».