Thekchen Chöling, Dharamsala, HP, India - Mientras Su Santidad el Dalái Lama caminaba por el patio del Tsuglagkhang, el Templo Principal Tibetano, esta mañana, se detuvo aquí y allá para responder directamente a los saludos de la gente. Después de haber tomado asiento en el trono y comenzado los rituales preparatorios para la iniciación de permiso de Manjushri Blanco que iba a otorgar, los miembros del Grupo de Estudio Budista de Dharamsala, varios ancianos y ancianas entre ellos, recitaron enérgicamente de memoria el Sumario de Conciencias de Akya Yongzin. Los estudiantes de Sherab Gatsel Lobling, la Escuela Tibetana de Tránsito, les siguieron con una presentación de debate que se centró en las variaciones del karma y lo que define una acción como saludable o insana. Apenas habían empezado a preguntarse cómo podría considerarse la autoinmolación cuando su presentación llegó a su fin.
Su Santidad inmediatamente retomó la clase de ayer: «Ayer el libro que estamos leyendo tocó este punto, que explica que cuando la motivación es la compasión y el beneficio de los demás, el Buda permitió que se llevaran a cabo acciones que de otra manera estarían prohibidas. Por lo tanto, no sé si podemos decir que la autoinmolación es un acto saludable.
»Continuaremos leyendo la Guía de la forma de vida del Bodhisattva. Ninguno de nosotros quiere sufrir, todos deseamos ser felices y, sin embargo, como dice el texto:
Aunque desean librarse del sufrir,
se involucran en el sufrimiento mismo.
Aunque desean tener felicidad, por ignorancia,
destruyen su alegría como a un enemigo.
»Nuestra experiencia de dolor y placer puede ser mental y física, pero el efecto de la mente es mucho más fuerte. Una vez peregriné a Bodhgaya y me enfermé con una dolorosa afección gastrointestinal. En el camino para buscar tratamiento en Patna vi a niños pobres a un lado de la carretera y en un lugar a un anciano de pelo enmarañado tendido solo en una cama sin nadie que se ocupara de él. Su condición me llenó de preocupación de tal manera que mi sentido de mi propio dolor desapareció.
»En otros lugares me he dado cuenta de que, por muy avanzadas que sean las facilidades materiales, la gente puede seguir siendo infeliz. Las antiguas tradiciones indias, incluido el budismo, han observado que son las emociones nocivas las que perturban nuestra paz mental. Por eso, estas emociones se consideran dañinas. Sin embargo, se pueden desarrollar medios para combatirlas. Lo que Shantideva deja claro es que bajo su influencia, a pesar de desear la felicidad, la gente corre tras el sufrimiento.
»Para hacer frente a las emociones perturbadoras necesitamos usar nuestra inteligencia y nuestra capacidad de comunicarnos a través del lenguaje.
»La raíz del sufrimiento está siendo impulsada por actitudes egocéntricas y aferrada a nuestra concepción errónea de la existencia independiente. Estas actitudes y nociones crearán problemas mientras permanezcan dentro de nosotros. Esta es la razón por la que necesitamos reconocer los defectos del egocentrismo y las ventajas de la preocupación por los demás. Al principio de nuestras vidas, nuestras madres nos dan a luz y nos nutren a su cuidado. Cuando hemos crecido, el estar confinados en soledad nos inquieta. Somos mucho más felices en compañía de otros, por eso todas las tradiciones religiosas enfatizan la importancia del amor y la compasión».
Su Santidad reanudó la lectura de la Guía de la forma de vida del Bodhisattva a mediados del Capítulo Ocho. Después de señalar una referencia al método de igualarse con los demás, destacó el siguiente versículo:
Toda la alegría que hay en este mundo
viene de desear que otros sean felices,
y todo el sufrimiento que hay en este mundo
viene de desear mi propia felicidad.
Habiendo completado el Capítulo Ocho, Su Santidad puso el Capítulo Nueve de la Sabiduría en contexto. Para entender completamente el tema, recomendó leer la Sabiduría Fundamental del Camino Medio de Nagaryuna y los comentarios de Chandrakirti y Bhavaviveka. Observó que los dos primeros versículos indican la dirección del capítulo:
El Sabio propuso todas estas ramas[de enseñanzas]
por el bien de la sabiduría.
Por lo tanto, aquellos que desean pacificar el sufrimiento
deben generar sabiduría.
Convencional y última,
estas son aceptadas como las dos verdades.
La última no es el objeto de la mente.
Se dice que la mente es convencional.
Además recomendó que los estudiantes memorizaran dos versos del Capítulo 24 y uno del Capítulo 18 de la Sabiduría Fundamental:
Todo lo originado en dependencia, es llamado vacío
y designado en dependencia: este es el camino del Madyamika.
Lo que no es originado en dependencia no existe.
Por lo tanto, los fenómenos que no son vacíos no existen.
Acabar con el karma y los engaños es la liberación,
el karma y los engaños provienen de los pensamientos discursivos
y estos de las elaboraciones mentales.
Estas se agotan a través de la vacuidad.
Al leer el texto llamó la atención sobre la introducción a las Cuatro Atenciones: la atención al Cuerpo, a los Sentimientos, a la Mente y a los Fenómenos, sobre la importancia de reconocer el objeto de negación y sobre el factor crucial de la interdependencia.
Una vez que terminó de leer el Capítulo Nueve, Su Santidad otorgó la iniciación de permiso de Manjushri Blanco que proviene de la colección de Rinjung Gyatsa. Explicó que para entender la sabiduría en particular se requiere análisis y para ello es útil confiar en Manjushri. Señaló que además de su apoyo a la sabiduría, el Manjushri Blanco también encarna atributos de compasión. Como parte del ritual, Su Santidad condujo a la asamblea a generar la mente despierta de la bodichita. Como conclusión, pidió a todos que se unieran en la lectura del capítulo 10 de la «Guía», que es una larga dedicación de mérito.
Con respecto a la Lámpara de joyas: A Alabanza de la Bodichita de Khunu Lama Rinpoche, que tenía la intención de leer, Su Santidad sugirió que, puesto que el texto estaba disponible en tibetano, la gente podía leerlo luego siempre que tuviera tiempo. Comentó que se trataba de una obra que Khunu Lama Rinpoche había escrito, componiendo un verso al día, alrededor de la época en que Su Santidad abandonó el Tíbet.
Preocupado porque los monjes tailandeses en la audiencia pudieran salir para comenzar su almuerzo antes del mediodía, Su Santidad instruyó al maestro de ceremonias a restringir las oraciones finales a una recitación de las «Palabras de Verdad». Luego abandonó el templo, como de costumbre, interactuando alegremente con la gente en la multitud mientras caminaba hasta las puertas de su residencia.