Thekchen Chöling, Dharamsala, HP, India - Mientras se dirigía en un carrito de golf desde su residencia hasta el Tsuglagkhang, el templo tibetano principal, y después caminando desde el ascensor hasta el templo, Su Santidad el Dalái Lama sonrió ampliamente, feliz de ver a la gente reunida para oír sus enseñanzas. De las 5000 personas que se calcula que estaban presentes, 700 procedían de los siguientes países del sudeste asiático: Singapur, Malasia, Indonesia, Tailandia, Vietnam, Bangladesh y Laos.
En cuanto Su Santidad se acomodó en el trono, un grupo de monjes theravada recitó un Homenaje a las Tres Joyas (Triratna Vandana) en pali. A continuación se recitó el Sutra del Corazón en tibetano y los versos de homenaje del Ornamento para la Realización Clara y la Sabiduría fundamental del camino Medio. Se sirvió té y pan.
«He estado viviendo aquí en Dharamsala desde que llegué al exilio —comenzó Su Santidad—. Hoy, entre los aquí reunidos algunos tienen una fe en la enseñanza de Buda enraizada en las anteriores generaciones, otros no tienen ninguna conexión histórica con ella. No se puede obligar a la gente a interesarse por el Dharma. Es algo en lo que se piensa y por lo que se desarrolla un interés. Por ejemplo, hoy en día en China cada vez más gente aprecia las enseñanzas del Buda porque dan lugar a la paz mental. Esto ocurre no como resultado de la fe o de la repetición de oraciones, sino debido al pensamiento analítico.
»Entre mis amigos hay científicos que admiran las enseñanzas budistas porque se basan en la lógica y la razón. Les atraen las extensas explicaciones sobre el funcionamiento de la mente y las emociones y los métodos para alcanzar la paz mental. En lugares donde históricamente el budismo no era muy conocido, existe un interés creciente, no tanto por los rituales y las oraciones, sino por el uso de la mente para alcanzar la paz interior.
»La tradición de Nalanda examinó la mente y las emociones, y supo qué es lo que perturba nuestra paz mental. Desarrolló técnicas para contrarrestar las emociones destructivas. Todas las tradiciones religiosas del mundo transmiten consejos que son de ayuda y beneficio para la humanidad. Pero el budismo también contiene conocimientos psicológicos que nos permiten transformar nuestra mente. La clave está en comprender cómo funcionan nuestras mentes y emociones y en reducir las emociones destructivas como la ira y los celos en esta misma vida.
»El propósito de las enseñanzas de Buda es reducir los estados negativos de la mente. No se trata de fe, sino de lograr una transformación. Buda se iluminó en Bodhgaya y posteriormente enseñó las Cuatro Nobles Verdades. Éstas describen la estructura general de su enseñanza. Cuando llegó el momento de la segunda vuelta de la rueda del dharma enseñó la Perfección de la Sabiduría, instrucciones para ser entendidas a la luz de la razón. Puedo decir que, dado que la enseñanza de Buda se basa en la razón y la lógica, tiene el potencial de beneficiar al mundo entero.
»En cuanto me despierto por la mañana, pienso en la mente que aspira al despertar o bodichita y en la vacuidad. Los maestros indios han escrito muchos libros acerca de estos dos principios y de otros temas. Es más, muchos maestros indios vinieron al Tíbet a enseñar y muchos tibetanos vinieron a la India a aprender. En consecuencia, recibimos la transmisión de toda la enseñanza de Buda, que hemos conservado, y ahora podemos compartir con el mundo. Y, como ya he dicho, podemos conversar con los científicos porque las enseñanzas de Buda se basan en la lógica y la razón.
»En su enseñanza inicial, Buda reveló las Cuatro Verdades de los nobles o aryas: la verdad del sufrimiento, la verdad del origen del sufrimiento, la verdad de la cesación y la verdad del camino. Éstas conllevan instrucciones exhaustivas para alcanzar la paz mental. Soy un seguidor ordinario de Buda que ha descubierto que sus enseñanzas le son útiles. Por lo tanto, les pido, mis hermanos y hermanas del dharma, que tengan en cuenta que la enseñanza implica algo más que un mero ritual. Implica métodos para lograr la paz interior cultivando una preocupación genuina por los demás».
Los miembros del público aprovecharon la oportunidad para hacer preguntas a Su Santidad. La primera se refería a la esencia del budismo. Su Santidad dijo a quien le preguntaba que se trata de tener un buen corazón y de ayudar a los demás en lugar de hacerles daño. A continuación se preguntó a Su Santidad cómo desarrollar la compasión y la empatía en un mundo estresante y caótico. Respondió que si comprendemos las enseñanzas de Buda, cuando nos enfrentemos a dificultades podremos emplear técnicas para contrarrestar sus emociones negativas. Tenía muy claro que cultivar el amor y la compasión nos permite calmar la mente.
Respondiendo a una pregunta sobre la importancia de la vacuidad en el budismo tibetano, Su Santidad afirmó que se debe a que la práctica budista implica entrenar y controlar nuestras mentes. Dijo que hay dos formas de abordar tal entrnamiento. Una se apoya en la fe, la otra se basa en la sabiduría.
«Normalmente, cuando vemos a nuestros enemigos, los consideramos como existentes objetivamente desde su propio lado. Cuando somos capaces de ver que las personas y las cosas que nos hacen daño no existen como parecen, sino que sólo existen como designaciones, nuestra ira y hostilidad se reducen. Aunque parezca que las cosas existen de forma objetiva e independiente, cuando se comprende que en realidad ni las personas ni las cosas existen de ese modo, esta comprensión nos ayuda mucho a reducir la ira y la animosidad.
»Tengo una clara experiencia personal de ello, ya que medito sobre la vacuidad todos los días. Me resulta muy útil. Cuando vemos las cosas y consideramos que existen objetivamente desde su propio lado, avivamos nuestras emociones negativas. Pero cuando nos damos cuenta de que las personas y las cosas no existen como parecen, nuestras respuestas negativas hacia ellas disminuyen».
Por último, se pidió a Su Santidad que explicara a qué se refiere cuando anima a la gente a convertirse en budistas del siglo XXI. Mencionó que hay muchas cosas que podemos aprender, pero lo más importante son los métodos que podemos utilizar para cultivar un estado mental relajado. La mente que aspira al despertar o bodichita y la comprensión de la vacuidad son realmente útiles a la hora de disipar nuestra confusión mental. Comprender cómo existen realmente las cosas y cultivar un auténtico sentido de la compasión nos aportará paz mental.
Cuando no encontramos con condiciones adversas, podemos volverlas a nuestro favor. El budismo, observó Su Santidad, no consiste sólo en tener fe en las tres joyas, sino en examinar las cosas a la luz de la razón y la lógica y generar paz mental, lo que a su vez contribuye a crear paz en el mundo. Es como adoptar un enfoque científico y, si podemos hacerlo, seremos budistas del siglo XXI.
Su Santidad anunció que daría la transmisión oral del mantra de seis sílabas de Avalokiteshvara, Om mani padme hung. Señaló que la gente lo recita desde la infancia en las tres provincias del Tíbet. Cuando nos sentimos mentalmente perturbados, dijo, nos ayuda a calmar la mente.
Su Santidad recitó una alabanza a Avalokiteshvara antes de dirigir a la congregación en la repetición del mantra:
Avalokiteshvara, tus mil manos representan a mil monarcas universales.
Tus mil ojos representan a los mil Budas de este eón afortunado.
Apareces a diferentes seres sensibles según su disposición:
Venerable Avalokiteshvara te rindo homenaje.
La recitación concluyó:
Que por la virtud de haber recitado este mantra pueda alcanzar el estado de Avalokiteshvara y que pueda conducir a otros al mismo estado.
Mientras caminaba desde el templo hasta el ascensor y luego subía al carrito de golf que lo llevaría a su casa, Su Santidad recorrió con la mirada a la multitud, sonriendo y saludando con la mano a su paso.