Thekchen Chöling, Dharamsala, HP, India - Esta mañana el tiempo lucía más despejado mientras Su Santidad el Dalái Lama caminaba desde su residencia hasta el Tsuglagkhang. El patio se llenó del sonido de los mantras, Om ara patsa na dhi y Mig-tse-ma. Una vez que Su Santidad llegó al templo, los monjes theravadin recitaron el Mangala Sutta en pali, tras lo cual los monjes vietnamitas entonaron el Sutra del corazón en su propia lengua. Representantes de los diversos grupos budistas presentes ofrecieron un mandala y representaciones del cuerpo, la palabra y la mente de Buda. El Sutra del Corazón fue recitado una vez más en tibetano mientras se distribuía té y pan a los congregados.
Para empezar, Su Santidad relató una ocasión durante una reunión panbudista en Varanasi en la que tuvo una clara visión del Buda. Sintió que el Buda reconocía cómo había estudiado sus enseñanzas y cultivado en la práctica la mente que aspira al despertar o bodichita y la visión de la vacuidad:
«Aunque han pasado casi 2.600 años desde que vivió el Buda, sus enseñanzas siguen floreciendo porque hay gente que las estudia, las practica y las comparte con los demás.
»Lo importante para preservar la ética y practicar la enseñanza es que ésta florezca en nuestro interior. Nací cerca de la frontera del Tíbet y he profesado el Dharma desde que era un niño. He estudiado obras de las Tres Cestas (pitakas) y he aplicado el triple enfoque de estudio, reflexión y meditación. Practicar las enseñanzas implica cultivar la mente, un trabajo interior.
»Comprender la realidad conlleva llegar a entender que los fenómenos no existen tal y como nos parecen, como algo sólido e independiente, que su existencia es meramente designada.
»En la actualidad hay muchas personas en países tradicionalmente budistas que están renovando su interés por las enseñanzas del Buda porque son afines a la ciencia. A su debido tiempo puede que miren atrás y vean que lo que en un principio pensaron que era inalcanzable, cultivando la mente que aspira al despertar altruista y una visión clara de la vacuidad, puede lograrse después de todo.
»Cultivar un buen corazón nos aporta beneficios a nosotros mismos y a los demás. Nos lleva a mostrar a los demás amor y afecto. La educación moderna tiende a centrarse en el desarrollo material descuidando los valores interiores. Pero si pueden cultivar un buen corazón, eso les aportará paz mental. Si tienen un corazón afectuoso, descubrirán que atraen de forma natural a más amigos.
»Lo más eficaz es combinar la compasión por los demás con la comprensión de que las personas y los fenómenos están vacíos de existencia inherente. He puesto en práctica estos dos principios y me han aportado grandes beneficios. Las cosas parecen tener algún tipo de existencia esencial, pero es sólo una apariencia».
Su Santidad retomó el Autocomentario al ingreso al camino medio de Chandrakirti y leyó el cuarto capítulo. Éste se centra en la diligencia o esfuerzo gozoso, que es la fuente de todas las buenas cualidades. El bodisatva de la cuarta tierra se conoce como «Radiante». Su Santidad relató que su tutor junior, Trijang Rinpoché, solía bromear diciendo que como el tutor senior, Ling Rinpoché, tenía una cabeza brillante y calva era «radiante».
Su Santidad anunció que deseaba guiar a la congregación a través del proceso del yoga omnicomprensivo de la mente. Explicó que la mejor manera de satisfacer nuestro propio interés es cultivando un buen corazón. Señaló que incluso los pájaros y otros animales aprecian la amabilidad.
Ser amable con los demás, dijo, es una verdadera fuente de felicidad. Señaló que la paz en el mundo no llegará por las resoluciones y declaraciones oficiales sino porque los individuos desarrollen un buen corazón. Aclaró que experimentar el amor y el afecto de nuestra madre al principio de nuestras vidas es, en última instancia, la base sobre la que podemos construir la paz en el mundo. La esencia de una buena vida es tener un buen corazón.
Pidió a sus oyentes que meditaran brevemente sobre lo que había dicho y que luego imaginaran que esos pensamientos se transformaban en un disco lunar a la altura del corazón.
A continuación, Su Santidad pidió a los miembros del público que se examinaran a sí mismos, que cada uno de ellos se preguntarn dónde estaba: «yo». ¿Dónde está ese «yo» que parece controlar nuestro cuerpo y nuestra mente? Explicó que hay una persona (meramente designada) que trabaja para ayudar a los demás, por ejemplo, pero no hay un «yo» independiente y sólido como parece. De nuevo, invitó a sus oyentes a meditar brevemente sobre este hecho y a imaginar que esta comprensión se transformaba en un vajra blanco de cinco puntas de pie sobre el disco lunar visualizado anteriormente en el corazón.
Confirmó que estos dos principios, la mente que aspira al despertar o bodichita y la visión de la vacuidad, constituyen el núcleo de su propia práctica. Aseguró a sus oyentes que si meditan con constancia sobre estas ideas, podrán transformar sus mentes.
Al responder a una pregunta del público, Su Santidad afirmó que la concentración por sí sola es insuficiente para contrarrestar las visiones erróneas. Para ello también es necesario cultivar la meditación analítica.
Al finalizar la sesión, representantes de los grupos budistas asistentes ofrecieron un mandala de agradecimiento. A continuación se recitó una oración por la larga vida de Su Santidad compuesta por Jamyang Khyentse Chökyi Lodrö. Por último, los miembros de los distintos grupos budistas pudieron fotografiarse con Su Santidad.