Mientras el Siglo Veinte se acerca a un cierre, encontramos que el mundo se ha vuelto más pequeño y las personas del mundo ha llegado a ser casi una sola comunidad. Las alianzas políticas y militares han creado grandes grupos, industrias multinacionales y el comercio internacional está produciendo una economía global, y las comunicaciones en todo el mundo están eliminando las viejas barreras de la distancia, el idioma y la raza. También nos estamos acercando a raíz de los graves problemas que enfrentamos: polución extrema, disminución de los recursos naturales y una crisis medioambiental que amenaza nuestro aire, agua y árboles, junto con las numerosas formas de vida hermosa que son la base de la existencia en este pequeño planeta que compartimos.
Creo que para responder al desafío de nuestros tiempos, los seres humanos tendrán que desarrollar un mayor sentido de responsabilidad universal. Cada uno de nosotros debe aprender a trabajar no sólo para sí mismo, su familia o nación, sino en beneficio de toda la humanidad. La responsabilidad universal es la clave real para la sobrevivencia humana. Es la mejor base para la paz del mundo, el uso equitativo de los recursos naturales, y a través de la preocupación por las generaciones futuras, el cuidado adecuado del medio ambiente. He estado pensando por algún tiempo sobre cómo aumentar nuestro sentido de responsabilidad mutua y el motivo altruista desde el cual ésta deriva. En breve, quisiera compartir mis pensamientos.
Una Familia Humana
Lo creamos o no, todos hemos nacido en esta tierra como parte de una gran familia humana. Rico o pobre, educado o iletrado, perteneciente a una nación u otra, a una religión u otra, adherente a esta ideología o aquella, al final, cada uno de nosotros es sólo un ser humano como cualquier otro: todos deseamos felicidad y no queremos sufrir. Además, cada uno tiene el mismo derecho a lograr sus metas.
El mundo actual requiere que aceptemos la cualidad de unicidad de la humanidad. En el pasado, las comunidades aisladas se podían considerar como fundamentalmente separados e incluso existían en completo aislamiento. Hoy, sin embargo, los eventos en una parte del mundo afectan eventualmente a todo el planeta. Por lo tanto, tenemos que tratar cada problema local importante como una preocupación global desde el momento en que se inicia. Ya no podemos invocar las barreras nacionales, raciales o ideológicas que nos separan sin una repercusión destructiva. En el contexto de nuestra nueva independencia, el considerar los intereses de otros es claramente la mejor manera de interés propio.
Yo veo este hecho como una fuente de esperanza. La necesidad de cooperación sólo puede fortalecer a la humanidad porque nos ayuda a reconocer que la base más segura para el nuevo orden mundial no es simplemente mayores alianzas políticas y económicas, sino la práctica genuina de cada individuo del amor y la compasión. Para un futuro mejor, más feliz, estable y civilizado, cada uno de nosotros debe desarrollar un sentimiento sincero y cálido de hermandad.
Responsabilidad Universal
En primer lugar debo mencionar que no creo en la creación de movimientos o la adhesión a ideologías. Tampoco me gusta la práctica de establecer una organización para promover una idea en particular, lo que implica que un grupo solo de personas sea responsable del logro de esa meta, mientras los demás están exentos. En nuestras circunstancias actuales, ninguno de nosotros puede asumir que alguien más resolverá nuestros problemas, cada uno de nosotros debe asumir su parte de responsabilidad universal. De esta manera, en la medida que aumente el número de individuos preocupados, responsables, decenas, centenas, miles o incluso cientos de miles de estas personas mejorarán enormemente el ambiente general. El cambio positivo no llega rápido y exige un esfuerzo permanente. Si nos desalentamos, puede que no alcancemos incluso nuestras metas más simples. Con una aplicación constante, determinada, podemos lograr incluso los objetivos más difíciles.
La adopción de una actitud de responsabilidad universal es esencialmente un asunto personal. La verdadera prueba de compasión no es lo que decimos en discusiones abstractas sino cómo nos conducimos en nuestra vida cotidiana. Incluso, ciertos puntos de vista fundamentales son básicos para esta práctica de altruismo. Aunque ningún sistema de gobierno es perfecto, la democracia es lo que más se acerca a la naturaleza esencial de la humanidad. Así, aquellos de nosotros que disfrutamos de ésta, debemos continuar luchando por el derecho de todas las personas para que la logren. Además, la democracia es la única base estable sobre la que se puede construir una estructura política. Para trabajar como uno, debemos respetar el derecho de todos los pueblos y naciones a mantener su carácter y valores distintivos propios.
En particular, se requerirá de un esfuerzo tremendo para traer la compasión al reino del comercio internacional. La desigualdad económica, en especial, entre las naciones desarrolladas y aquellas en desarrollo, sigue siendo la fuente más grande de sufrimiento en el planeta.
Aunque perderán dinero al corto plazo, las grandes multinacionales deben reducir su explotación de las naciones pobres. Resulta desastroso el dar ágiles golpes a los pocos recursos preciosos que dichos países poseen para simplemente potenciar el consumismo en el mundo desarrollado; si esto permanece descuidado, eventualmente, todos nosotros sufriremos. El fortalecer las economías débiles y no diversificadas es una política mucho más sabia para la promoción de la estabilidad tanto política como económica. El altruismo, por muy idealista que pueda sonar, debe ser una fuerza conductora en los negocios, no sólo la competencia y el deseo de riqueza.
También necesitamos renovar nuestro compromiso con los valores humanos en el campo de la ciencia moderna. Aunque el propósito principal de la ciencia es aprender más sobre la realidad, otro de sus objetivos es mejorar la calidad de vida. Sin una motivación altruista, los científicos no pueden distinguir entre las tecnologías beneficiosas y lo meramente conveniente. El daño medioambiental que nos rodea es el ejemplo más obvio del resultado de esta confusión, pero la motivación adecuada puede ser incluso más relevante en el gobernar la forma en que manejamos la extraordinaria variedad de técnicas biológicas nuevas con las que ahora podemos manipular las estructuras sutiles de la vida misma. Si no establecemos cada acción nuestra en una base ética, corremos el riesgo de infringir un daño terrible sobre la delicada matriz de la vida.
Las religiones del mundo tampoco están exentas de esta responsabilidad. El propósito de la religión no es construir bellas iglesias o templos, sino cultivar cualidades humanas positivas, como la tolerancia, generosidad y amor. Cada religión mundial, sin importar su punto de vista filosófico, está fundada primero y por sobre todo en el precepto de que debemos reducir nuestro egoísmo y servir a otros. Infortunadamente, a veces, la religión en sí ocasiona más disputas que soluciones. Los practicantes de diferentes creencias o fe deben darse cuenta de que cada tradición religiosa tiene un valor intrínseco inmenso y los medios para proporcionar salud mental y espiritual. Una sola religión, al igual que un tipo de alimento, no puede satisfacer a todo el mundo. Según sus disposiciones mentales que varían, algunas personas se benefician de un tipo de enseñanza, otros de otro. Toda fe tiene la habilidad de producir personas de bien, cálidas, y a pesar de su adhesión a filosofías a menudo contradictorias, todas las religiones han tenido éxito en hacerlo. Entonces, no hay razón para entrar en la intolerancia religiosa que divide, sino con toda razón valorar y respetar todas las formas de práctica espiritual.
Sin duda, el campo más importante en que sembrar las semillas de un mayor altruismo es aquél de las relaciones internacionales. En los últimos años el mundo ha cambiado dramáticamente. Creo que todos estaremos de acuerdo en que el final de la Guerra Fría y el colapso del comunismo en Europa del Este y la ex Unión Soviética han resultado en una nueva era histórica. En la medida que avanzamos por los años 90, pareciera que la experiencia humana en el siglo veinte completó un círculo.
Éste ha sido el período más doloroso en la historia humana, un tiempo en que debido al gran aumento del poder destructivo de las armas, más personas han sufrido y muerto por la violencia que nunca antes. Además, también fuimos testigos de una competencia casi terminal entre las ideologías fundamentalistas que siempre han dividido la comunidad humana: la fuerza y poder crudo por un lado, y la libertad, el pluralismo, los derechos individuales y la democracia por el otro. Yo creo que los resultados de esta gran competencia están claros. Aunque el buen espíritu humano de la paz, libertad y democracia todavía enfrenta muchas formas de tiranía y maldad, resulta sin embargo un hecho inconfundible que la vasta mayoría de las personas en todo lugar desean que éste triunfe. Así, las tragedias de nuestro tiempo no han carecido del todo de beneficio, y en muchos casos han sido los medios mismos por los que la mente humana se ha abierto. El colapso del comunismo lo demuestra.
Aunque el comunismo se adhiere a muchos ideales nobles, incluyendo el altruismo, el intento por parte de sus elites gobernantes por dictar sus puntos de vista ha demostrado ser desastroso. Estos gobiernos acudieron a extensiones tremendas con tal de controlar el flujo total de información a través de sus sociedades y para estructurar sus sistemas de educación de manera que sus ciudadanos pudiesen trabajar por el bien común. Aunque la organización rígida haya sido necesaria al comienzo para destruir los regímenes opresivos previos, una vez que la meta se alcanzó, la organización apenas pudo contribuir hacia la construcción de una comunidad humana útil. La organización social en base a comunidades falló ampliamente dada su confianza en la fuerza para promover sus creencias. Finalmente, la naturaleza humana no fue capaz de soportar el sufrimiento que ésta producía.
La fuerza bruta, sin importar cuán fuerte se aplique, jamás podrá subyugar el deseo humano básico por la libertad. Los cientos de miles de personas que marcharon en ciudades de Europa del Este lo comprobaron. Ellos expresaron simplemente la necesidad humana de la libertad y la democracia. Fue muy conmovedor. Sus demandas no tenían nada que ver con alguna ideología nueva; estas personas hablaron simplemente con sus corazones, compartiendo su deseo de libertad, demostrando que era el resultado de la esencia de la naturaleza humana. De hecho, la libertad es la fuente misma de la creatividad tanto para los individuos como la sociedad. No basta, como asumieron los sistemas comunistas, con sólo proporcionar a las personas alimento, techo y vestimenta. Si tenemos todo esto pero carecemos del valioso aire de la libertad para mantener nuestra naturaleza más profunda, somos sólo medio humanos; pasamos a ser como animales que se contentan con satisfacer sus necesidades físicas.
Siento que las revoluciones pacíficas en la ex Unión Soviética y Europa del Este nos enseñaron grandes lecciones. Una es el valor de la verdad. A las personas no les gusta ser amedrentados, engañados o que otros o un sistema les mienta. Dichos actos son contrarios al espíritu humano esencial. Por lo tanto, aunque aquellos que practican la decepción y usan la fuerza puedan lograr un éxito a breve plazo, eventualmente, serán derrocados.
Por otra parte, todo el mundo aprecia la verdad, y el respeto a ésta se encuentra realmente en nuestra sangre. La verdad es el mejor garante y la base real de la libertad y la democracia. No importa si se es débil o fuerte, o si nuestra causa tiene muchos o pocos adherentes, la verdad prevalecerá de todas maneras. El hecho de que movimientos exitosos por la libertad en 1989 y después se basaron en la expresión real de los sentimientos más básicos de las personas es un recordatorio valioso de que la verdad en sí está faltante en nuestra vida política. En especial prestamos poco respeto a la verdad en la conducción de las relaciones internacionales. Inevitablemente, las naciones más débiles son manipuladas y oprimidas por las más fuertes, tal como los sectores más débiles de la mayoría de las sociedades sufren en las manos del más afluente y poderoso. Aunque en el pasado, la expresión simple de la verdad ha sido descartada usualmente como irrealista, estos últimos años han demostrado que es una fuerza enorme en la mente humana y como resultado, en el forjamiento de la historia.
Una segunda gran lección de la Europa del Este ha sido el cambio pacífico. En el pasado, los pueblos esclavizados a menudo recurrían a al violencia en su lucha por ser libres. Ahora, siguiendo el ejemplo de Mahatma Gandhi y Martin Luther King, Jr., estas revoluciones pacíficas ofrecen a las generaciones futuras un ejemplo maravilloso de cambio exitoso, no violento. A futuro, cuando se hagan necesarios cambios importantes en la sociedad, nuestros descendientes serán capaces de mirar atrás al tiempo presente como un paradigma de lucha pacífica, una historia de éxito a escala sin precedentes que involucra a más de una docena de naciones y cientos de millones de personas. Además, los eventos recientes han demostrado que el deseo por la paz y libertad yace en el nivel más fundamental de la naturaleza humana y que la violencia es su absoluta antítesis.
Antes de considera qué tipo de orden global nos serviría mejor en el período pos Guerra Fría, yo creo que resulta vital tratar el tema de la violencia, cuya eliminación a todo nivel es la base necesaria para la paz mundial y el objetivo último de cualquier orden internacional.
La No Violencia y el Orden Internacional
Cada día, los medios informan incidentes de terrorismo, crimen y agresión. Nunca he estado en un país donde las historias trágicas de muerte y derramamiento de sangre no hayan llenado los periódicos y emisiones al aire. Estos informativos se han vuelto casi una adicción para los periodistas y sus audiencias por igual. Pero la impresionante mayoría de la raza humana no se comporta destructivamente, muy pocos de los cinco billones de personas en el planeta cometen en realidad actos de violencia. La mayoría de nosotros prefiere ser tan pacífico como sea posible.
Básicamente, todos apreciamos la tranquilidad, incluso aquellos dados a la violencia. Por ejemplo, cuando llega la primavera, los días se vuelven más largos, hay más luz solar, el pasto y los árboles reviven y todo está muy fresco. Las personas se sienten felices. En otoño, cae una hoja, luego la otra, entonces, todas las flores hermosas mueren hasta que nos vemos rodeados de plantas peladas y desnudas. No nos sentimos tan alegres. ¿Por qué es esto? Porque muy adentro, nosotros deseamos el crecimiento constructivo, fructífero y no nos gusta que las cosas colapsen, mueran o se destruyan. Cada acción destructiva va en contra de nuestra naturaleza básica; el construir, el ser constructivos, es la forma del ser humano. Estoy seguro de que todos concuerdan con que necesitamos superar la violencia, pero si hemos de eliminarla por completo, primero debemos analizar si ésta tiene algún valor. Si presentamos esta pregunta desde una perspectiva estrictamente práctica, encontraremos que en ciertas ocasiones la violencia parece realmente útil. Se puede resolver un problema rápidamente mediante la fuerza. Al mismo tiempo, sin embargo, dicho éxito usualmente es a expensas de los derechos y el bienestar de otros. Como resultado, aunque un problema se resuelve, se ha plantado la semilla de otro.
Por otra parte, si la causa de alguien es apoyada por un razonamiento sano, no tiene sentido usar la violencia. Son aquellos que no tienen motivo alguno más que el deseo egoísta y que no logran alcanzar su meta mediante el razonamiento lógico quienes se basan en la fuerza. Incluso cuando la familia y las amistades no concuerdan, aquellos con razones válidas pueden citarlas una tras otra y defender su caso punto a punto, mientras que aquellos con poco apoyo racional rápidamente caerán en el enojo. Entonces, la rabia no es una seña de fortaleza sino de debilidad. Finalmente, es importante examinar nuestra propia motivación y la de nuestro oponente. Existen muchos tipos de violencia y no violencia, pero no se puede distinguirles sólo a partir de los factores externos. Si la motivación personal es negativa, la acción que produce es, en el sentido más profundo, violento, aunque pueda parecer suave y gentil. Al revés, si la motivación es sincera y positiva, pero las circunstancias requieren un comportamiento fuerte, en esencia, uno está practicando la no violencia. Sin importar cuál sea el caso, yo siento que la preocupación compasiva por el beneficio de los demás, no sólo el personal, es la justificación única para el uso de la fuerza.
La práctica genuina de la no violencia todavía es un tanto experimental en nuestro planeta, pero su búsqueda, en base al amor y entendimiento, es sagrada. Si este experimento tiene éxito, puede dar apertura a la forma hacia un mundo más pacífico en el próximo siglo.
Ocasionalmente, he escuchado a algún occidental decir que la lucha a largo plazo al estilo Gandhi, utilizando la resistencia pasiva no violenta no se ajusta a todos y que semejante curso de acción es más natural en Oriente. Puesto que los occidentales son activos, ellos tienden a buscar resultados inmediatos en todas las situaciones, incluso a costa de sus vidas. Este enfoque, creo, no siempre resulta beneficioso. Pero sin duda la práctica de la no violencia le viene bien a todos. Ésta requiere simplemente de determinación. Aunque los movimientos por la libertad de Europa del Este lograron sus objetivos rápidamente, la protesta no violenta por su mera naturaleza usualmente requiere de paciencia.
Al respecto, yo ruego que a pesar de la brutalidad de su represión y la dificultad de la lucha que enfrentan, aquellos involucrados en el movimiento por la democracia en China siempre permanezcan pacíficos. Yo confío en que lo harán. Aunque la mayoría de los jóvenes estudiantes chinos involucrados nacieron y crecieron bajo una forma particularmente dura del Comunismo, durante la primavera de 1989, ellos practicaron espontáneamente la estrategia de Mahatma Gandhi de la resistencia pasiva. Esto es notable y muestra bravamente que al final, todos los seres humanos desean llevar el camino de la paz, sin importar cuán adoctrinados hayan sido.
Zonas de Paz
Yo veo que el rol de Tíbet en la Comunidad Asiática, como lo he mencionada anteriormente, como una “Zona de Paz”; un santuario neutral, desmilitarizado donde las armas estén prohibidas y las personas vivan en armonía con la naturaleza. Esto no es sólo un sueño – es precisamente la forma en que los tibetanos intentaron vivir por miles de años antes de que nuestro país fuese invadido. Como todo el mundo sabe, en Tíbet toda forma de vida silvestre estaba estrictamente protegida de acuerdo a los principios budistas. Además, al menos por los últimos trescientos años, no teníamos un ejército como tal. Tíbet abandonó el uso de la guerra como un instrumento de política nacional en los siglos dieciséis y diecisiete, tras el reinado de nuestros tres grandes reyes religiosos.
Retomando la relación entre las comunidades regionales en desarrollo y la tarea del desarme, quisiera sugerir que “el corazón” de cada comunidad podría ser una o más naciones que hayan decidido convertirse en zonas de paz, áreas en las que las fuerzas militares estén prohibidas. Una vez más, esto no es un mero sueño. Hace cuatro décadas, en diciembre de 1948, Costa Rica dispersó su ejército. Recientemente, el 37 por ciento de la población suiza votó por desbandar su milicia. El nuevo gobierno de Checoslovaquia decidió detener la fabricación y exportación de todo armamento. Si ésa es la elección de su pueblo, una nación puede avanzar radicalmente hacia el cambio de su naturaleza misma.
Las zonas de paz dentro de las comunidades regionales servirían como oasis de estabilidad. Mientras pagan su parte de los costos de cualquier fuerza colectiva creada por la comunidad como un todo, estas zonas de paz serían los precursores y faros de un mundo totalmente pacífico y estarían eximidos de entrar en cualquier conflicto. Si las comunidades regionales efectivamente se desarrollan en Asia, Sudamérica y África, y el desarme progresa de manera que se cree una fuerza internacional de todas las regiones, estas zonas de paz podrán crecer y expandirse tranquilamente en la medida que se desarrollan.
Nosotros no requerimos pensar que estamos planificando a un futuro muy distante cuando consideramos esto o cualquier otra propuesta para un mundo nuevo, más cooperativo política, económica y militarmente. Por ejemplo, la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación recientemente revigorizada con cuarenta y ocho miembros en Europa estableció las bases para una alianza entre no sólo las naciones de Europa del Este y Oeste, sino también entre naciones de la Comunidad de Estados Independientes y Estados Unidos. Estos eventos destacables han eliminado virtualmente el peligro de una guerra mayor entre estos dos superpoderes.
No incluyo a las Naciones Unidas en este análisis de la era actual tanto pues su rol crítico en ayudar a crear un mundo mejor y su gran potencial para hacerlo ya son bien conocidos. Por definición, las Naciones Unidad deben estar en el centro de todo cambio importante que ocurra. Sin embargo, puede requerir modificar su estructura para el futuro. Siempre he mantenido gran esperanza en Naciones Unidas, y sin el afán de criticar, yo quisiera indicar simplemente que el clima pos 2ª Guerra Mundial bajo el cual se concibió su Carta ha cambiado. Con ese cambio llegó la oportunidad de democratizar más ONU, en especial, el Consejo de Seguridad en cierto grado exclusivo, con sus cinco miembros permanentes, que debiera hacerse más representativo.
En conclusión
Quisiera concluir diciendo que, en general, me siendo optimista sobre el futuro. Algunas tendencias recientes presagian nuestro gran potencial para un mundo mejor. Ya en los años cincuenta y sesenta, las personas creían que la guerra era una condición inevitable de la humanidad. La Guerra Fría, particularmente, reforzó la noción de que los sistemas políticos opuestos sólo podían enfrentarse, no colaborar o incluso colaborar. Hoy, pocos mantienen esta visión. Actualmente, las personas en el planeta se preocupan genuinamente por la paz mundial. Se interesan mucho menos en propagar la ideología y están mucho más comprometidos con la coexistencia. Estos son desarrollos muy positivos.
Además, por miles de años las personas creyeron que sólo una organización autoritaria que utilizara métodos de disciplina rígida podría gobernar la sociedad humana. Sin embargo, las personas tienen un deseo innato de libertad y democracia, y estas dos fuerzas han estado en conflicto. Hoy, queda claro cuál ganó. La emergencia de movimientos no violentos “del poder de las personas” ha demostrado indiscutiblemente que la raza humana no puede tolerar ni funcionar adecuadamente bajo el mando de la tiranía. Este reconocimiento representa un progreso notable.
Otro desarrollo esperanzador es la compatibilidad creciente entre la ciencia y la religión. Durante el siglo diecinueve y en gran parte del nuestro, las personas han estado profundamente confundidas por el conflicto entre estas posturas del mundo aparentemente contradictorias. Hoy, los físicos, la biología y psicología llegaron a niveles tan sofisticados que muchos investigadores están empezando a hacer las preguntas más profundas sobre la naturaleza última del universo y la vida, las mismas preguntas que son de interés primario para las religiones. Así, existe un potencial real para una postura más unificada. En particular, parece que está emergiendo un nuevo concepto sobre la mente y la materia. Oriente se ha preocupado más de entender la mente, Occidente de entender la materia. Ahora, que ambos se encontraron, estos puntos de vista espiritual y material de la vida se pueden armonizar mayormente.
Los rápidos cambios en nuestra actitud hacia la Tierra también son fuente de esperanza. Ya hace diez o quince años atrás, nosotros consumíamos descuidadamente sus recursos, como si no hubiesen tenido término. Ahora, no sólo los individuos sino los gobiernos también buscan un nuevo orden ecológico. A menudo bromeo con que la luna y las estrellas se ven hermosas, pero si cualquiera de nosotros intentara vivir en ellos, estaríamos en la miseria. Este planeta azul nuestro es el hábitat más dichoso que conocemos. Su vida es nuestra vida; su futuro, nuestro futuro. Y aunque yo no creo que la Tierra en sí es un ser sintiente, efectivamente actúa como nuestra madre y como hijos, dependemos de ella. Hoy, la Madre Naturaleza nos está diciendo que cooperemos. Ante semejantes problemas globales como el efecto invernadero y el deterioro de la capa de ozono, las organizaciones individuales y las naciones solas están indefensas. A menos que todos trabajemos juntos, no se hallará ninguna solución. Nuestra madre nos está enseñando una lección de responsabilidad universal.
Pienso que podemos decir que mediante las lecciones empezamos a aprender, el próximo siglo será más amistoso, más armónico y menos dañino. La compasión, la semilla de la paz, podrá florecer. Me siento muy esperanzado. A la vez, creo que cada individuo tiene una responsabilidad en ayudar a guiar nuestra familia global en la dirección correcta. Los buenos deseos solos no bastan; tenemos que asumir responsabilidad. Grandes movimientos humanos surgen desde iniciativas humanas individuales. Si ustedes sienten que no logran mayor efecto, la próxima persona también puede sentirse descorazonada y se perderá una gran oportunidad. Por otra parte, cada uno de nosotros puede inspirar a otros al simplemente trabajar en desarrollar una motivación altruista.
Estoy seguro de que muchas personas honestas, sinceras en todo el mundo ya sostienen posturas que he mencionado. Infortunadamente, nadie las escucha. Aunque no se preste atención a mis palabras, pensé que debo intentar hablar en su nombre. Por supuesto que algunas personas pueden sentir que es muy presuntuoso por parte del Dalai Lama escribir de esta manera. Pero, desde que recibí el Premio Nóbel de la Paz, siento que tengo la responsabilidad de hacerlo. Si sólo tomo el dinero del Nóbel y lo gasto de la manera que quiera, ¡parecería que la única razón por la que hablé esas buenas palabras en el pasado fue para ganar el premio! Sin embargo, ahora que lo recibí, debo retribuir el honor y seguir abogando por los puntos de vista que he siempre ha manifestado.
Yo, por lo menos, realmente creo que los individuos pueden hacer una diferencia en la sociedad. Ya que períodos de gran cambio como el presente se dan tan raramente en la historia humana, depende de cada uno de nosotros hacer el mejor uso de nuestro tiempo por ayudar a crear un mundo más feliz.