Hoy, quisiera lanzar un llamamiento personal a todos mis hermanos y hermanas espirituales chinos, dentro y fuera de la República Popular de China, y en particular, a los devotos del Buda. Lo hago como monje budista y discípulo de nuestro más venerado maestro, el Buda. El mes pasado, hice un llamamiento a la comunidad china en general, y en esta oportunidad, me dirijo a vosotros, hermanos y hermanas espirituales, sobre una cuestión humanitaria urgente.
Los pueblos chino y tibetano tienen un patrimonio espiritual común, el del Budismo Mahayana. Veneramos al Buda de la compasión -- Guan Yin según la tradición china, Chenrezig en la tibetana; la compasión por todos los seres que sufren es uno de nuestros ideales espirituales más preciados. Además, puesto que el Budismo floreció en la China antes de llegar al Tíbet desde la India, siempre he considerado que los Budistas chinos son nuestros hermanos y hermanas espirituales mayores y merecen el debido respeto.
Como sabréis la mayoría de vosotros, a partir del 10 de marzo de este año (2008), ha habido una serie de manifestaciones en Lhasa y en muchas áreas tibetanas, debidas al profundo resentimiento tibetano causado por las políticas del gobierno chino. Sentí un profundo pesar ante la pérdida de vidas, tanto chinas como tibetanas, por lo que inmediatamente insté tanto a las autoridades chinas, como a los Tibetanos, a que hicieran gala de moderación. Exhorté muy particularmente a los Tibetanos al no recurso a la violencia.
Desafortunadamente las autoridades chinas recurrieron a métodos brutales ante esta situación, pese a los llamamientos a la moderación de muchos dirigentes y ONGs, de destacadas personalidades del mundo, y, en particular de un gran número de intelectuales chinos. Ha habido pérdidas de vida, muchos heridos, y un gran número de Tibetanos han sido detenidos. La represión continúa, tomando por blanco particularmente a instituciones monásticas, las depositarias tradicionales de la sabiduría y tradiciones budistas ancestrales; muchas han sido clausuradas. Se informa que numerosos detenidos han sido duramente golpeados y maltratados. Estas medidas de represión parecen ser parte de una política sistemática oficialmente sancionada.
Puesto que ningún observador internacional, periodista e incluso turista puede entrar al Tíbet, me preocupa profundamente el devenir de los Tibetanos. Muchos de los heridos durante la represión, sobre todo en las regiones más apartadas, no se atreven a pedir cuidados médicos por temor a ser detenidos. Según fuentes fidedignas, la gente se está refugiando en las montañas sin acceso a comida o vivienda, y los que se han quedado viven en la angustia constante de ser detenidos.
Siento un profundo dolor ante este sufrimiento constante. Me preocupa muchísimo el rumbo que pueda llegar a tomar esta tragedia. No creo que la represión pueda llevar a una solución a largo plazo. El diálogo es la mejor vía para resolver las cuestiones pendientes entre Tibetanos y dirigentes de China, como lo vengo propugnando desde hace mucho tiempo.
Reiteradamente he asegurado a los dirigentes de la República Popular de China que lo que anhelo no es la independencia. Lo que anhelo es una verdadera autonomía para el pueblo tibetano que permita, a largo plazo, la supervivencia de nuestra cultura budista, idioma e identidad propios. La valiosa cultura budista tibetana, forma parte del patrimonio cultural más amplio de la República Popular de China, y tiene la capacidad de beneficiar a nuestros hermanos y hermanas chinos.
A la luz de la crisis actual, ruego a todos vosotros que pidáis un cese inmediato de la represión brutal, la liberación de todos los detenidos y que los heridos reciban una asistencia médica urgente.
El Dalai Lama
Hamilton, NY
24 de Abril de 2008