Una vez que las personas adoptan una religión, deben practicarla con sinceridad. Creer verdaderamente en Dios, Buda, Alá o Shiva debe inspirarnos a ser un ser humanos honestos. Algunas personas afirman tener fe en su religión pero actúan en contra de sus mandatos éticos. Rezan por el éxito de sus acciones deshonestas y corruptas, pidiendo a Dios o a Buda ayuda para encubrir sus malas acciones. No tiene sentido que estas personas se describan a sí mismas como religiosas.
Hoy el mundo se enfrenta a una crisis relacionada con la falta de respeto por los principios espirituales y los valores éticos. Tales virtudes no pueden ser impuestas a la sociedad por la legislación o por la ciencia, ni el miedo puede inspirar una conducta ética. Más bien, las personas deben tener convicción en el valor de los principios éticos para querer vivir éticamente.
Estados Unidos e India, por ejemplo, tienen instituciones gubernamentales sólidas, pero muchas de las personas involucradas carecen de principios éticos. La autodisciplina y el autocontrol de todos los ciudadanos —desde los directores ejecutivos hasta los legisladores y los maestros— son necesarios para crear una buena sociedad. Pero estas virtudes no se pueden imponer desde fuera. Requieren cultivo interior. Es por eso que la espiritualidad y la religión son relevantes en el mundo moderno.
La India, donde vivo ahora, ha sido el hogar de las ideas del secularismo, la inclusión y la diversidad durante unos 3.000 años. Una tradición filosófica afirma que sólo existe lo que conocemos a través de nuestros cinco sentidos. Otras escuelas filosóficas indias critican este punto de vista nihilista, pero siguen considerando a las personas que lo sostienen como rishis o sabios. Yo promuevo este tipo de secularismo: ser una persona bondadosa que no daña a los demás a pesar de las profundas diferencias religiosas.
En siglos anteriores, los tibetanos sabían poco sobre el resto del mundo. Vivíamos en una meseta alta y ancha rodeada de las montañas más altas del mundo. Casi todos, excepto una pequeña comunidad de musulmanes, eran budistas. Muy pocos extranjeros vinieron a nuestra tierra. Desde que nos exiliamos en 1959, los tibetanos hemos estado en contacto con el resto del mundo. Nos relacionamos con religiones, grupos étnicos y culturas que tienen un amplio espectro de opiniones.
Además, los jóvenes tibetanos reciben ahora una educación moderna en la que están expuestos a opiniones que no se encontraban tradicionalmente en su comunidad. Ahora es imperativo que los budistas tibetanos puedan explicar claramente sus principios y creencias a otros usando la razón. Citar simplemente las escrituras budistas no convence a las personas que no crecieron como budistas de la validez de la doctrina de Buda. Si tratamos de probar los puntos sólo citando las Escrituras, estas personas pueden responder: «¡Todo el mundo tiene un libro para citar!»
La religión se enfrenta hoy a tres desafíos principales: el comunismo, la ciencia moderna y la combinación de consumismo y materialismo. Aunque la Guerra Fría terminó hace décadas, las creencias y los gobiernos comunistas todavía afectan fuertemente la vida en los países budistas. En el Tíbet, el gobierno comunista controla la ordenación de monjes y monjas a la vez que regula la vida en los monasterios y conventos. Controla el sistema educativo, enseñando a los niños que el budismo es anticuado.
La ciencia moderna, hasta ahora, se ha limitado a estudiar fenómenos que son de naturaleza material. Los científicos examinan en gran medida sólo lo que se puede medir con instrumentos científicos, limitando el alcance de sus investigaciones y su comprensión del universo. Fenómenos como el renacimiento y la existencia de la mente separada del cerebro están más allá del alcance de la investigación científica. Algunos científicos, aunque no tienen pruebas de que estos fenómenos no existan, los consideran indignos de consideración. Pero hay razones para el optimismo. En los últimos años, me he reunido con muchos científicos de mente abierta, y hemos tenido discusiones mutuamente beneficiosas que han puesto de relieve nuestros puntos en común, así como nuestras ideas divergentes ampliando así la visión del mundo tanto de los científicos y como de los budistas en el proceso.
Luego está el materialismo y el consumismo. La religión valora la conducta ética, que puede implicar una gratificación tardía, mientras que el consumismo nos dirige hacia la felicidad inmediata. Las tradiciones de la fe enfatizan la satisfacción interior y una mente pacífica, mientras que el materialismo dice que la felicidad viene de objetos externos. Valores religiosos como la bondad, la generosidad y la honestidad se pierden en la prisa por ganar más dinero y tener más y mejores posesiones. Muchas personas están confundidas acerca de lo que es la felicidad y de cómo crear sus causas.
Si usted estudia las enseñanzas del Buda, puede descubrir que algunas de ellas están en armonía con sus puntos de vista sobre los valores sociales, la ciencia y el consumismo, y otras no. Eso está muy bien. Continúe investigando y reflexionando sobre lo que descubre. De esta manera, cualquier conclusión a la que llegue se basará en la razón, no simplemente en la tradición, la presión de grupo o la fe ciega.
El decimocuarto Dalái Lama, Tenzin Gyatso, es el líder espiritual del Tíbet. Es coautor, junto con Thubten Chodron, de Acercándose al camino budista, libro del que se ha extraído este artículo.
Publicado originalmente en el Wall Street Journal el 6 de julio de 2017.