En el Tíbet, las montañas son a menudo consideradas las moradas de las deidades. Por ejemplo, Amnye Machen, una montaña en el noreste del Tíbet, se considera el hogar de Machen Pomra, una de las deidades más importantes de Amdo, mi provincia natal. Debido a que toda la gente de Amdo considera a Machen Pomra su amigo especial, muchos de los miembros del equipo rodean las laderas de la montaña en peregrinación.
Los tibetanos generalmente han mostrado poco interés en escalar los picos que los rodean, tal vez por deferencia a las deidades que los presiden. Sin embargo, creo que hay una razón más práctica. La mayoría de los tibetanos tienen que escalar demasiados puertos de montaña para tener el deseo de escalar más alto de lo que deben. Cuando la gente de Lhasa a veces subía por placer, elegían colinas de un tamaño razonable, y al llegar a la cima quemaban incienso, rezaban y se relajaban con un picnic.
Los viajeros del Tíbet tradicionalmente añaden una piedra a los Cairns o pasos en las cimas de las colinas con un grito de «Lha-gyal-Io» (Victoria a los dioses). Más tarde, quizá se añadan «piedras de Mani», piedras talladas con oraciones y otras escrituras, junto con banderas de oración. Una de las consecuencias prácticas de esta tradicional estrategia para el medio ambiente es la profunda preocupación por protegerlo.
Sólo los ermitaños, los animales salvajes y, en verano, los nómadas y sus rebaños viven en lo alto entre ellos, pero en la simplicidad y tranquilidad de nuestras montañas, hay más paz mental que en la mayoría de las ciudades del mundo. Puesto que la práctica del budismo implica ver los fenómenos como vacíos de existencia inherente, es útil para un mediador poder mirar en el vasto espacio vacío visto desde la cima de una montaña.
En estos depósitos de tesoros naturales, nuestros médicos encontraron muchas de las hierbas y plantas preciosas con las que componían sus medicinas, mientras que los nómadas encontraron pastos ricos para sus animales, tan cruciales para la economía tibetana. Pero de impacto aún más amplio, las montañas de la Tierra de las Nieves son la fuente de muchos de los grandes ríos de Asia. Las recientes inundaciones masivas en el subcontinente indio y en China pueden atribuirse, en parte, a la deforestación masiva y a la destrucción del medio ambiente que ha seguido a la violenta ocupación china del Tíbet.
Durante más de 1.000 años, los tibetanos nos hemos adherido a los valores espirituales y medioambientales para mantener el delicado equilibrio de la vida en toda la meseta en la que vivimos. Inspirados por el mensaje de no violencia y compasión del Buda y protegidos por nuestras montañas, hemos buscado respetar cada forma de vida, mientras nuestros vecinos vivían tranquilos.
Hoy en día, cuando hablamos de la preservación del medio ambiente, ya sea de la vida silvestre, los bosques, los océanos, los ríos o las montañas, en última instancia, la decisión de actuar debe venir de nuestros corazones. Así que, el punto clave, creo, es que todos nosotros desarrollemos un genuino sentido de responsabilidad universal, no sólo hacia este hermoso planeta azul que es nuestro hogar, sino también hacia los innumerables seres sensibles con los que lo compartimos.
Un artículo del 16 de julio de 1992 Newsweek.