Nueva Delhi, India, 30 de Noviembre de 2011
[El público comprendía religiosos superiores de las comunidades monásticas de todos los países budistas de Asia]
Transcripción de Diana Yles, levemente editada por Luke Roberts y Alexander Berzin
Respetados hermanos y hermanas mayores budistas, y todos los presentes :
Como monje budista, en este momento me siento verdaderamente muy emocionado y muy feliz. Como de costumbre, al último orador no le queda nada que decir ¡ya se han tocado todos los temas importantes!
Es importante recalcar la igualdad de todos los miembros de la humanidad.
La preocupación o el sentimiento que tengo es el siguiente: soy budista, claro está, pero a un nivel más profundo, soy un ser humano, uno de los ahora casi siete billones de seres humanos. Soy uno de ellos. Los humanos somos animales sociales, es decir que el futuro de cada individuo depende por completo del resto de la humanidad. Por consiguiente, en mi propio interés, me corresponde pensar seriamente en toda la humanidad.
Al nivel fundamental, al nivel humano, por mi propia experiencia, me consta que hay como siete millones de seres humanos. Todos queremos tener una vida feliz, nadie quiere sufrir, y cada persona, sin distinciones, tiene derecho a conseguir la felicidad. Cualquiera que sea la creencia que tengamos o no, o el contexto social —rico, pobre, educado o no, de familia real o mendigo— a ese nivel somos todos seres humanos. Somos todos iguales, tenemos los mismos derechos.
Con muchos de los problemas que nosotros, la humanidad en su conjunto, tenemos que afrontar, hacemos demasiado hincapié en los aspectos secundarios, las diferencias superficiales. Si pensamos que, a nivel fundamental, todos somos hermanos y hermanas unos de otros, ya no hay razón para pelearse, ni para engañarse, ni para despreciarse. Somos todos iguales. Es realmente importante que comprendamos con claridad que somos iguales.
Una futura humanidad más feliz es del interés de todos, y es la responsabilidad de todos. Pero nosotros los budistas —creo que debe haber unos mil millones de budistas— también tenemos la responsabilidad de servir la humanidad. Me parece que la motivación que impulsó al Buda Shakyamuni a alcanzar la iluminación abarcaba a todos los seres sintientes. Toda su vida y toda su enseñanza se dirigían a los seres sintientes, no solamente a los budistas.>
Una mirada retrospectiva al siglo veinte
Echando una mirada atrás al siglo veinte, pienso que el siglo veinte se ha convertido en un siglo muy, muy importante en la historia global de la humanidad. Inventamos muchísimas cosas positivas. Al mismo tiempo, el siglo veinte fue un siglo sanguinario, un siglo de violencia. Incluso en nombre de diferentes confesiones, hubo violencia y divisiones. Fue verdalmente un siglo cruento, un siglo de violencia. Según algunos historiadores, más de doscientos millones de seres humanos fueron asesinados. Si un sufrimiento tan abrumador pudiera realmente aportar algo bueno a este planeta, si resultara en un mundo más apacible y feliz, entonces se podría justificar un sufrimiento tan enorme. Pero no ha sido así. Al principio del siglo veintiuno todavía quedan algunas situaciones malsanas, desdichadas, aquí y allá. Creo que éstas son el resultado o el síntoma de la desidia y los errores pasados.
Y también por lo que se refiere a la tecnología, se realizó un progreso inmenso, pero esa tecnología a veces también amplificó el potencial destructivo. La ciencia y la tecnología son maravillosas de por sí, pero para hacer uso de ellas de un modo constructivo, dependemos, en definitiva, del corazón. Dependemos del corazón del usuario de la tecnología: de quien aprovecha la ciencia y el conocimiento de la ciencia. Si supones que un mundo mejor puede surgir del dinero, de la ciencia o de la tecnología, estás equivocado. Si de verdad quieres un mundo mejor y más feliz, en última instancia esto depende de nuestro corazón. La inteligencia y el nivel de educación tampoco es muy cierto que produzcan un mundo mejor. Me parece que todos los perturbadores que hemos conocido eran personas muy listas, si consideramos únicamente su cerebro. La causa de los problemas fue la motivación que yacía en su corazón: ira, miedo, odio, sospecha...
La necesidad de paz interior al nivel individual
Primero de todo, para que este siglo veintiuno se vuelva un siglo de paz, tenemos que pensar en la paz interior. La paz nunca se ha logrado con declaraciones, resoluciones, o consignas. La paz tiene que surgir del interior. Es el único método. Para crear un mundo más feliz, al final hay que considerar cual es la motivación de cada individuo. No se puede construir la paz por medio de organismos mundiales como las Naciones Unidas. La paz tiene que provenir del interior de la gente, a nivel individual.
Evitar la hipocresía religiosa
La sociedad, la comunidad son conjuntos de individuos. Pero los dirigentes parecen funcionar en sociedad sin preocuparse demasiado por los principios morales, por la ética. La sociedad solo se preocupa por el dinero y el poder. Entonces, automáticamente, los miembros de esa sociedad no piensan más que en la importancia del dinero y el poder. No podemos echarles la culpa: toda nuestra sociedad piensa de esa manera.
Pienso que muchas personas religiosas hablan de «Dios» o de «Buda» solo de boquilla, pero en la vida diaria no les importa nada. Nosotros los budistas rezamos al Buda, pero en nuestro día a día, no nos importa el Buda sino solo el dinero, el poder, la fama. ¿Qué es eso? Creo que nosotros, las personas religiosas, también a veces estamos aprendiendo a ser hipócritas. Rezamos por todos los seres, pero ¿cuál es la realidad? No nos preocupan mucho los derechos de los demás. Los explotamos, sin más. Me parece que muchos otros creyentes también rezan, le rezan a Dios —«creo en Dios, nuestro Creador» — pero nosotras las criaturas no escuchamos la voz del Creador, ni sus consejos.
A menudo les digo a mis amigos indios que los Indios son relativamente más religiosos. Dirigen oraciones a Shiva, Ganesh. Creo que en especial a Ganesh para pedir prosperidad. Tienen costumbre de rendir culto y rezar. Pienso que hay unas cuantas imágenes de dioses en todos los hogares. Pero en la vida cotidiana hay mucha corrupción. ¿Cómo puede ser? No existe ningún dios ni buda que haya dicho que la corrupción esté bien. Hemos de ser sinceros y justos. Ningún gran maestro ha dicho: «Explotad a los demás todo lo que podáis, que yo os bendigo». Ningún dios ha dicho eso.
Si aceptamos la existencia de seres superiores como el Buda o Jesucristo o Mahoma u otros, entonces debemos ser gente sincera y veraz. De ese modo también tú tendrás más autoconfianza porque pensarás: «No tengo nada que ocultar, puedo decirle a todo el mundo lo que pienso y contestar la verdad a cualquier pregunta». Ahí es cuando los demás confiarán en ti. Desde un punto de vista egoísta, la sinceridad y la veracidad son fuentes muy importantes de fuerza interior y seguridad. De hecho hay personas que hablan amablemente y sonríen, pero si examinas su motivación, es muy diferente. ¿Cómo podríamos sentir confianza o respeto hacia ellas?
Practicar el Budismo con sinceridad
Soy budista, y quiero decir a mis hermanos y hermanas budistas que a pesar de tener más de dos mil quinientos años, las enseñanzas del Buda todavía son muy pertinentes en el mundo de hoy. Una serie de científicos importantes están verdaderamente deseosos de adquirir más información y más métodos para combatir las emociones destructivas. Las enseñanzas son maravillosas, pero siento que ahora, hay señales que nos indican que las cualidades de algunos lamas [maestros espirituales], tulkus [lamas reencarnados] o maestros han degenerado. Esto me preocupa de verdad. Sin llevar una vida disciplinada, ¿cómo puedes pretender enseñar disciplina a otra persona? Para enseñar el camino verdadero a los demás, uno mismo tiene que estar siguiéndolo.
Me parece que todo lo positivo ya se dijo, y a mi solo me quedan más cosas negativas que decir. Hemos de actuar con gran seriedad. Yo soy monje budista, y siempre me vigilo a mi mismo. Todas la mañanas, al despertarme, recuerdo el Buda y recito alguna enseñanza budista, para preparar mi mente de algún modo. Después, tendría que actuar el resto del día de conformidad con los principios siguientes: honradez, veracidad, compasión, paz y no-violencia. Espero, mis hermanos y hermanas budistas, que cuando hablen de Budadharma [las enseñanzas del Buda] y promuevan el Budadharma y difundan el Budadharma, empiecen por propagarlo aquí, en sus propios corazones. Es algo muy, muy importante, el Budadharma.
Claro está que todas las demás grandes tradiciones religiosas mundiales disfrutan de la misma capacidad para construir la paz interior y, de ese modo, crear un mundo mejor. Un aspecto excepcional compartido por el Budismo, el Jainismo y algunos elementos de la tradición Samkhya es el énfasis que ponen en la importancia del individuo. La teoría o perspectiva última es la de la auto-creación. Y creemos en la ley de la causalidad: si actuamos de modo correcto, los resultados serán positivos. Si actuamos de modo equivocado, ocurrirán cosas negativas. Según la ley de la causalidad, si actúas mal, el Buda no podrá salvarte. El Buda dijo «Te mostraré el camino hacia el nirvana [estado libre de todo sufrimiento] pero el que logres la meta o no, eso está enteramente en tus manos. Yo no puedo guiarte con bendiciones».
Eres tu propio dueño y maestro. Esa manera de enseñar me parece muy, muy útil. Todo depende de tus propias acciones. Y que esas acciones sean positivas o negativas depende completamente de tu motivación. Pienso que el Dharma del Buda puede ciertamente ofrecer una contribución importante a la paz interior. La armonía entre las diferentes tradiciones budistas.
Como ya dije ayer durante el encuentro con los líderes de Birmania, Laos y los demás, con el uso de apelaciones como «Hinayana», «Mahayana» y «Tantrayana», algunas personas, en el pasado, tuvieron la impresión de que los tres yanas [vehículos] eran realmente distintos y separados. Eso es un error. Como ya comenté en breve esta mañana, la tradición Pali o Theravada es el fundamento del Budadharma, y la práctica del Vinaya [los votos o disciplina monacal] también constituye la base del Budadharma.
Tomen el ejemplo del Buda: él mismo se cortó el pelo y se hizo monje. Esa es la práctica de sila o auto-disciplina ética. A continuación meditó durante seis años. Esa es la práctica del samadhi o absorción en la concentración, y también es la práctica del vipassana o mente excepcionalmente concentrada. Por ese camino, al final llegó a la iluminación. Los tres entrenamientos son sila, samadhi, y pannya [discernimiento o sabiduría] o vipassana. Nosotros, sus seguidores, debemos seguir sus pasos. Sin practicar el autodominio, sin practicar el vinaya, ¿como pretendemos desarrollar el samatha [una mente calma y tranquila] y el vipassana? Difícil. La tradición Pali es la base misma del Budadharma.
Además está la práctica, creo, de los Sutras Prajnaparamita [Los Sutras de la Perfección de la Sabiduría], que vienen de la tradición sánscrita y ponen énfasis en el nirodha, la tercera de las Cuatro Nobles Verdades, que representa el fin del sufrimiento y de sus causas: la verdadera cesación. Esta explicación adicional es importante: ¿Qué significa el nirodha? Buda expuso la posibilidad de eliminar nuestra ignorancia. Cuando hayamos expulsado completamente la ignorancia de nuestra mente, eso es el nirodha, o moksha [la liberación]. Esta es una explicación adicional. Y también el magga [camino, lo que se ha de comprender para lograr ese fin que es la Cuarta Noble Verdad] es una explicación adicional.
Con la tradición pali como fundamento, llega la tradición sánscrita como un primer piso. Es decir, primero viene la planta baja: la tradición pali (la práctica del bhikshu [monje], la auto-disciplina, sila). Después viene el primer piso: los Sutras Prajnaparamita y también el abhidharma [temas especiales], un tipo de abhidharma —las enseñanzas sobre la sabiduría, los seis o diez paramitas [actitudes de gran alcance, perfecciones]—. Y encima de estos está el Tantrayana budista —visualizaciones de deidades, en base a la práctica de vipassana, samatha, y bodhichitta [la mente dirigida a alcanzar la iluminación para beneficio de todos]—. He aquí una planta baja, un primero y un segundo piso. Sin planta baja, no se pueden construir los pisos superiores. Me parece que los hermanos y hermanas budistas presentes esto lo tienen que saber.
Claro que yo no tengo autoridad, me considero un estudiante. Siempre que tengo tiempo, estudio y leo, leo, leo. Por lo que se refiere al budismo tibetano, se tradujeron unos trescientos volúmenes a partir de los idiomas indios pali y sánscrito, y algunos del nepalés. Así que cuando me da tiempo, leo, contemplo y estudio esos trescientos volúmenes. El conocimiento que tengo es ciertamente un poco mejor comparado con el de las personas que nunca han abierto esos trescientos volúmenes. En base a ese conocimiento, me consta que la práctica de esos tres entrenamientos es muy, muy esencial.
Ser monjes genuinos
Para empezar, nosotros los budistas, que sigamos el Theravada o Mahayana o Tantrayana, debemos ser seguidores auténticos del Buda. Eso es muy importante. ¿Está claro? Para ser seguidor del Buda, no es suficiente ponerse el hábito de algún monje, de algún bhikshu. No podemos calificar a tales personas de monjes budistas. No se puede decir que esas personas sean buenos monjes o buenos bhikshus. Cambiarse de atuendo es muy fácil. Lo que tenemos que cambiar es nuestra mente o corazón, para volvernos verdaderos seguidores del Buda. Para ser monje budista, tienes que auto-disciplinarte con seriedad. A veces parece que decimos:, «Dejemos al Buda hacer el trabajo duro, nosotros podemos vivir lujosamente». ¿Cómo? ¿Cómo puede ser? Si eres budista, tienes que seguir el mismo sendero que el Buda: seis años de práctica muy rigurosa. Debemos seguir su ejemplo.
Ahora, como ya conté ayer, un amigo habló de una brecha o un muro entre las dos tradiciones: Pali y Sánscrita. Ese muro no tiene provecho para nadie. Debemos unirnos y compartir. Tenemos mucho que aprender de vuestro pratimoksha [votos monásticos].Vosotros también podéis aprender algo de nuestro pratimoksha sánscrito. Celebrar reuniones con más regularidad, sin ceremonial pero serias, reuniones y discusiones serias, es algo muy, muy esencial.
La cuestión de restablecer la ordenación completa para las religiosas
Por lo que se refiere a las bhikshunis [monjas con ordenación completa], como sabéis, desde el principio apoyé la idea de resucitar para las religiosas la tradición Mulasarvastivadin que seguimos nosotros, mongoles y tibetanos. Pero debemos seguir los textos vinaya. Si tuviera algún derecho especial para actuar como dictador, yo diría: «Deben hacer tal y tal cosa». Pero eso no se puede. Debemos actuar según los textos vinaya —los textos Mulasarvastivadin— y también los textos Dharmagupta [como en Asia oriental] y los textos Theravada [de Asia del sudeste].
Miren, este es un tema importante que hemos de debatir muy formalmente. Esta decisión no me incumbe a mí. Lo que si puedo decidir es que se introduzca en todos los conventos de la comunidad tibetana el mismo nivel de enseñanza que existe en las grandes instituciones monásticas. Y ya tenemos a algunas monjas doctas que han obtenido el grado de geshema (doctorado de filosofía budista).
De vez en cuando hemos hablado de la cuestión de las bhikshuni, y en esta ocasión lo estamos volviendo a hacer. He monstrado la carta de solicitud más reciente los líderes budistas de Laos y de Birmania. Seguiremos con nuestra discusión juiciosa, y estoy seguro que llegaremos gradualmente a un acuerdo.
Creo que con esto es todo. Gracia