Señor Presidente Bush, Primera Dama Sra. Laura Bush, Vocero Pelosi, Senador Bryd, mi laureada colega Elie Wiesel, honorables Miembros del Congreso, hermanos y hermanas:
Es un gran honor para mí recibir la Medalla de Oro del Congreso. Este reconocimiento traerá gran alegría y aliento al pueblo tibetano, con quien tengo una especial responsabilidad. Su bienestar es mi permanente motivación y siempre me considero su libre vocero. Creo que este premio también envía un poderoso mensaje a las muchas personas que se dedican a promover la paz, el entendimiento y la armonía.
Me toca profundamente el que este gran honor sea otorgado a mi persona, un monje budista nacido en una familia simple de la remota región de Amdo en Tíbet. Como niño crecí bajo el cuidado amoroso de mi madre, una mujer realmente compasiva. Y tras mi arribo a Lhasa a la edad de 4 años, todas las personas a mi alrededor, mis maestros, incluso, los encargados de la casa me enseñaron lo que significa ser amable, honesto y cuidadoso; fue en este ambiente que crecí. Luego, mi educación formal en el pensamiento budista me presentó conceptos como la interdependencia y el potencial humano para la compasión infinita. Son estos los que me dieron un profundo reconocimiento de la importancia de la responsabilidad universal, la no-violencia y el entendimiento interreligioso. Hoy, es la convicción en estos valores lo que me otorga una fuerte motivación a promover los valores humanos básicos. Incluso en mi propia lucha por una mayor libertad y los derechos del pueblo tibetano, estos valores continúan guiando mi compromiso al logro de una vía no-violenta.
He tenido el honor de estar en este salón antes cuando visité vuestro país en 1991. Hoy puedo ver a muchos de los rostros que entonces me saludaron, lo que me causa una gran alegría. Algunos se han jubilado y, penosamente, otros ya no se encuentran con nosotros. Sin embargo, quisiera tomar esta oportunidad para reconocer su amabilidad y contribución. Nuestros amigos americanos se han mantenido con nosotros en los momentos más críticos y bajo la más intensa presión.
Sr. Presidente, le agradezco su fuerte apoyo y la cálida amistad que la Sra. Bush y usted me han extendido personalmente. Me siento muy agradecido por su simpatía y apoyo a Tíbet, y su firme posición en cuanto a la libertad religiosa y la causa de la democracia.
Señora Presidenta de la Cámara, usted no sólo ha ofrecido su apoyo inamovible a mi persona y la justa causa del pueblo tibetano, usted también ha trabajado duramente para promover la causa de la democracia, la libertad y el respeto a los derechos humanos en otras partes del mundo. Por ello, quisiera ofrecer mi especial agradecimiento.
La consistencia del apoyo estadounidense a Tíbet no ha pasado desapercibido en China. Lamento que esto haya ocasionado alguna tensión en las relaciones entre los Estados Unidos y China. Hoy, deseo compartir con todos ustedes mi sincera esperanza de que el futuro de Tíbet y China traspase la desconfianza hacia una relación que se base en el respeto mutuo, la confianza y el reconocimiento de los intereses en común.
Actualmente, vemos cómo China se mueve rápidamente hacia delante. La liberación económica ha inducido a la riqueza, la modernización y un gran poder. Creo que el éxito económico tanto de India como China, las dos naciones más pobladas con una larga historia de rica cultura, es ampliamente meritorio. Con su nuevo estatus, ambos países se encuentran en posición de jugar un papel de liderazgo importante en el escenario mundial. Para cumplir con este rol, creo que es vital que China tenga transparencia, el imperio de la ley y libertad de información. Gran parte del mundo está esperando ver cómo se desarrollarán los conceptos de China de una “sociedad armoniosa” y “el surgimiento pacífico”. En esto, un factor clave será ver cómo la China actual, siendo un estado de muchas nacionalidades, asegura la armonía y unidad de estos diversos pueblos. Para ello, la igualdad y los derechos de las nacionalidades a mantener sus identidades distintas, resultan cruciales.
En relación a mi propia patria, Tíbet, hoy en día, muchas personas dentro y fuera, sienten una profunda preocupación sobre las consecuencias del rápido cambio que está ocurriendo. Cada año, la población china dentro de Tíbet está aumentando a un ritmo alarmante. Y, si hemos de juzgar por el ejemplo de la población de Lhasa, existe un verdadero peligro de que los tibetanos sean reducidos a una minoría insignificante en su propia patria. Este aumento rápido en la población, también está marcando una amenaza al frágil medio ambiente de Tíbet. Al ser la fuente de muchos de los mayores ríos de Asia, cualquier desequilibrio sustancial en la ecología de Tíbet impactará las vidas de cientos de millones. Además, al estar situado entre India y China, la resolución pacífica del problema de Tíbet también tiene implicancias importantes para la paz duradera y la relación amistosa entre estos dos grandes vecinos.
Con respecto al futuro de Tíbet, permítanme usar esta oportunidad para volver a declarar categóricamente que yo no estoy buscando la independencia. Busco una autonomía significativa para el pueblo tibetano dentro de la República Popular China. Si la verdadera preocupación del liderazgo chino es la unidad y estabilidad de la RPC, yo he respondido ampliamente a sus preocupaciones. Elegí adoptar esta posición porque creo que dados los beneficios obvios -en especial, en el desarrollo económico-, sería de beneficio para el pueblo tibetano. Por otra parte, no tengo intención alguna de usar ningún acuerdo de autonomía como escalón hacia la independencia de Tíbet.
Yo he transmitido estos pensamientos a sucesivos líderes chinos. En particular, tras la reapertura del contacto directo con el gobierno chino en 2002, los expliqué en detalle mediante mis enviados. A pesar de todo esto, Beijing continua alegando que mi “agenda oculta” es la separación y restauración del antiguo sistema sociopolítico de Tíbet. Dicha noción no tiene fundamento y es falsa. Incluso en mi juventud, cuando fui compelido a tomar responsabilidad total de gobierno, di inicio a cambios fundamentales en Tíbet. Infortunadamente, estos se vieron interrumpidos por los levantamientos políticos que tuvieron lugar. No obstante, tras nuestra llegada a India como refugiados, hemos democratizado nuestro sistema político y adoptado una carta democrática que establece pautas para nuestra administración en exilio.
Incluso nuestro liderazgo político ahora es elegido directamente por el pueblo cada cinco años. Además, hemos podido preservar y practicar la mayoría de los aspectos importantes de nuestra cultura y espiritualidad en el exilio. Esto se debe en gran parte a la generosidad de India y su pueblo.
Otra preocupación importante del gobierno chino es la falta de legitimidad en Tíbet. Ya que yo no puedo volver a escribir el pasado, una solución mutuamente aceptable brindaría legitimidad, y sin duda estoy preparado para usar mi posición e influencia entre el pueblo tibetano para lograr consenso al respecto. Así es que también quisiera volver a declarar aquí que yo no poseo ninguna agenda oculta. Mi decisión de no aceptar ningún cargo político en un futuro Tíbet es definitiva.
Las autoridades chinas afirman que yo desarrollo hostilidad hacia China y que busco activamente socavar el bienestar de China. Esto es absolutamente falso. Siempre he alentado a los líderes mundiales a relacionarse con China; he apoyado la entrada de China a la OMC y la designación de los Juegos Olímpicos de Verano a Beijing. Opté por hacerlo con la esperanza de que China se volviera un país más abierto, tolerante y responsable.
Un gran obstáculo en nuestro diálogo presente han sido las perspectivas conflictivas en la actual situación al interior de Tíbet. Entonces, a modo de tener un entendimiento común de la verdadera situación, mis enviados en su sexto encuentro con las contrapartes chinas sugirieron que se nos diera la oportunidad de enviar grupos de estudio a ver la verdadera realidad en terreno, en el espíritu de “buscar la verdad a partir de los hechos”. Esto podría ayudar a ambas partes a ir más allá de las disputas de cada uno.
Ahora, llegó el momento de que nuestro diálogo con el liderazgo chino avance hacia una implementación exitosa de una autonomía significativa para Tíbet, como garantizado en la constitución china y detallado en el “Informe Oficial sobre la Autonomía Étnica Regional de Tíbet” del Consejo de Estado Chino. Permítanme una vez más solicitar al liderazgo chino el reconocimiento de los graves problemas en Tíbet, los genuinos motivos de queja y el profundo resentimiento del pueblo tibetano al interior de Tíbet, y tener el coraje y la sabiduría para tratar estos problemas de manera realista en el espíritu de la reconciliación. A ustedes, mis amigos americanos, les pido hacer todo esfuerzo posible para buscar las formas que ayuden a convencer al liderazgo chino sobre mi sinceridad y ayudar a que nuestro proceso de diálogo avance.
Ya que ustedes han reconocido mis esfuerzos por promover la paz, el entendimiento y la no-violencia, quisiera compartir respetuosamente algunos pensamientos relacionados. Creo que éste es precisamente el momento en que Estados Unidos debe aumentar su apoyo a aquellos esfuerzos que contribuyen a una mayor paz, entendimiento y armonía entre los pueblos y culturas. Como campeones de la democracia y la libertad, ustedes han de continuar asegurando el éxito de aquellos esfuerzos que apuntan a salvaguardar los derechos humanos básicos en el mundo. Otra área en que necesitamos del liderazgo estadounidense es el medio ambiente. Como todos sabemos, hoy la Tierra está definitivamente calentándose y muchos científicos nos indican que, en gran parte, nuestra propia acción es responsable. Entonces, cada uno de nosotros debe, de la manera que podamos, usar sus talentos y recursos para marcar una diferencia, de manera que podamos entregar a nuestras generaciones venideras un planeta que sea, al menos, seguro para vivir en él.
Muchos de los problemas mundiales se deben esencialmente a la desigualdad y la injusticia, ya sea económica, política o social. Finalmente, guarda relación con el bienestar de todos nosotros. Trátese del padecimiento de la pobreza en una parte del mundo, o la negación de la libertad y los derechos humanos básicos en otra, nunca hemos de percibir estos eventos como totalmente puntuales.
Eventualmente, sus repercusiones se sentirán en todas partes. Quisiera solicitarles que tomen un papel de liderazgo en una acción internacional efectiva al tratar este enorme desequilibrio económico. Creo que ha llegado el momento de tratar estos temas globales desde la perspectiva de la unidad de la humanidad y desde un profundo entendimiento de la naturaleza interconectada del mundo actual.
Concluyendo, en nombre de los seis millones de tibetanos, deseo reconocer desde el fondo de mi corazón el apoyo ofrecido a nosotros por parte del pueblo americano y su gobierno. Vuestro permanente apoyo es crucial. Les agradezco una vez más por el alto honor que hoy me han otorgado. Gracias.