Thekchen Chöling, Dharamsala, HP, India - Esta mañana Su Santidad el Dalái Lama saludó a 120 estudiantes universitarios indios recién graduados y a miembros de la Fundación M3M en el patio del Tsuglagkhang, el Templo Tibetano Principal, adyacente a su residencia.
La Fundación M3M, fundada por el grupo M3M India, trabaja en el desarrollo equitativo para crear una India más brillante. Su objetivo es introducir un desarrollo sostenible y dar una oportunidad a las comunidades marginadas centrándose en la educación, la salud, los medios de subsistencia y la conservación del medio ambiente. La Fundación fomenta las habilidades para la vida en los estudiantes a su cargo, animándolos a valorar la igualdad, la empatía, la inclusión, la colaboración y la confianza.
Una vez que Su Santidad hubo tomado asiento, el presidente de la M3M le dio la tradicional bienvenida himachalí, ofreciéndole un gorro y un chal. Señalando a cinco vacas con sus terneros que estaban atadas cerca, informó a Su Santidad de que cuatro iban a ser entregadas a viudas y una a una escuela local.
Invitado a dirigirse a la asamblea, Su Santidad declaró:
«Como seres humanos todos somos hermanos y hermanas. Y además, los tibetanos mantenemos desde hace mucho tiempo unas relaciones especiales con la India.
»En el siglo VII, el rey tibetano Songtsen Gampo se casó con una princesa china y estoy seguro de que disfrutaba de la comida china. Sin embargo, cuando decidió que los tibetanos necesitaban aprender a escribir, optó por modelar la nueva escritura tibetana a partir del alfabeto devanagari indio y no de los caracteres chinos.
»Un siglo más tarde, otro rey tibetano, Trisong Detsen invitó al Tíbet a uno de los principales eruditos de la Universidad de Nalanda, Shantarakshita, que introdujo el vasto conocimiento del Buda-dharma que abarcaba la comprensión de todo, desde las partículas más pequeñas, hasta el espacio y el funcionamiento de la mente.
»A veces digo en broma que en tiempos pasados nosotros, los tibetanos, éramos los estudiantes y ustedes, los indios, los profesores, pero ahora que la India ha caído tanto bajo la influencia del pensamiento occidental, somos nosotros, los tibetanos, los que hemos mantenido vivos los antiguos conocimientos y valores indios. Esencialmente se trata de karuna y ahimsa, compasión y no violencia, no hacer daño. Eso sí, aunque valoremos la karuna y la ahimsa, los tibetanos seguimos siendo poderosos y fuertes. La karuna aporta una fuerza interior que conduce a la paz interior, a una mayor confianza en nosotros mismos y a la capacidad de sonreír. Es porque practico karuna —y se rió—, que siempre sonrío».
Su Santidad explicó además que, como filósofo y lógico, el enfoque del budismo de Shantarakshita se basaba en el desarrollo de una comprensión gradual fundada en la razón y la lógica. Al mismo tiempo, había monjes chinos en el Tíbet que enseñaban que la meditación quietista era un enfoque más eficaz. El rey Trisong Detsen organizó un debate entre el monje chino Hashang y el discípulo de Shantarakshita, Kamalashila. Al declarar vencedor al erudito indio, dio su aprobación a su estudioso enfoque investigador y analítico. Su Santidad mencionó que así fue como se educó, su aprendizaje sobre el funcionamiento de la mente y las emociones comenzó cuando sólo tenía cuatro o cinco años.
«Desde que vine a vivir a la India, he podido conocer a todo tipo de personas, incluidos eruditos y científicos, interesadas en los métodos para lograr la paz mental que hemos mantenido vivos. Estoy convencido de que si somos capaces de combinar el dominio del desarrollo tecnológico con una mejor comprensión de la mente, podremos emplear la tecnología de forma adecuada y saludable. Es un error, por ejemplo, dirigir las proezas tecnológicas principalmente al desarrollo de armas más sofisticadas. La ciencia se emplearía mejor en pos de la paz.
»Los ocho mil millones de seres humanos que viven hoy en día quieren vivir en paz. Es propio de la naturaleza humana ser afectuosos. Cuando nacemos, sobrevivimos y encontramos la paz en los cuidados y la atención de nuestra madre. Luego, de pequeños aceptamos a los demás tal y como son. No buscamos identificar las diferencias entre nosotros. Eso es algo que aprendemos a hacer más tarde, cuando vamos a la escuela, lo que puede llevarnos a discriminar sobre la base de “nosotros” y “ellos”.
»Puesto que todos somos seres humanos, debemos vernos como hermanos y hermanas. Confiar en las armas para luchar y matar no trae más que destrucción. Especialmente triste es luchar en nombre de la religión, porque en su esencia todas las religiones enseñan la compasión y la bondad amorosa.
»Si pensamos en términos de unidad de la humanidad, podemos prescindir de las armas y resolver cualquier diferencia entre nosotros mediante el diálogo y la conversación. Tenemos que recordarnos a nosotros mismos lo que tenemos en común. Todos nacemos igual y todos morimos igual. Espero que mientras aún viva podamos crear un mundo auténticamente pacífico, libre de armas y de conflictos violentos.
»Es más, dado que el calentamiento global se está volviendo tan grave, debemos aprender a vivir felices juntos, ayudándonos unos a otros, mientras podamos».
Al responder a las preguntas del público, Su Santidad expresó su aprecio por la forma en que florecen en la India tantas costumbres y puntos de vista diversos y las personas que los mantienen conviven pacíficamente. Esto es algo, dijo, de lo que el mundo puede aprender.
Recomendó animar a los niños pequeños a pensar menos en términos de «yo» y más en términos de «nosotros». Repitió que los graves problemas a los que nos enfrentamos a causa del cambio climático nos obligan a cooperar y a trabajar juntos. Las ideas de «nosotros» y «ellos» están pasadas de moda.
Por último, como respuesta a una pregunta sobre cómo lograr el crecimiento espiritual, Su Santidad observó:
«Muchas emociones diferentes afectan a nuestra mente. Algunas, como la ira y el miedo, son perturbadoras; otras, como la empatía y la compasión, aportan alegría. Alimentar las emociones positivas ayuda naturalmente a reducir las que son destructivas. Como ya he mencionado, es la compasión la que conduce a la fuerza interior y a la paz mental. Por lo tanto, debemos recordarnos constantemente que, como miembros de la misma familia humana, somos hermanos y hermanas. Y debemos seguir el ejemplo de las buenas personas que trabajan por la paz y no el de las que luchan y matan».
Los diversos miembros del grupo se reunieron en torno a Su Santidad para fotografiarse con él.
Cuando se disponía a marcharse, pero antes de subir al carro de golf que le llevaría a casa, Su Santidad se detuvo a inspeccionar las vacas que iban a ser regaladas y les dirigió unas amables palabras.