Thekchen Chöling, Dharamsala, HP, India - Esta mañana, Janis Martins Skuja, de la Sociedad Letona para el Tíbet, dio la bienvenida a Su Santidad el Dalái Lama a un seminario web organizado por una coalición de personas y organizaciones de los países bálticos.
Su Santidad respondió:
«He visitado los Estados Bálticos en varias ocasiones. Una de las razones por las que visité Letonia más recientemente fue para dar enseñanzas a los budistas rusos. Sucedió que una vez, después de haber enseñado a un grupo de rusos en Delhi, uno de ellos me dijo que había más personas en Rusia que querían asistir, pero que no podían permitirse venir a la India. Me conmovió. Estudiamos la posibilidad de dar enseñanzas en Letonia, que era más fácil de visitar para los rusos. Los letones y sus funcionarios apoyaron la idea y me atendieron muy bien, por lo que me gustaría expresar mi profundo agradecimiento.
»Ahora bien, con respecto a la moral y la ética, en las diversas tradiciones religiosas la ética surge de la fe. Sin embargo, también podemos referirnos a una ética secular. Esta abarca a toda la humanidad. Los siete mil millones de seres humanos que viven hoy en día somos esencialmente iguales, y tenemos que vivir juntos.
»En el pasado nos vimos envueltos en la guerra y la violencia. Invertimos tiempo, esfuerzo y dinero en el desarrollo de armas, algo muy desafortunado. Y sin embargo, somos animales sociales. Los científicos señalan que dependemos de la comunidad en la que vivimos y tenemos una preocupación natural por los miembros de nuestra comunidad. Ellos son la fuente de nuestra felicidad.
»A veces, nuestro sentido de la preocupación por la comunidad en general ha disminuido y nos hemos centrado en un grupo más reducido en términos de "nosotros" y "ellos". Esto nos ha llevado a luchar y a matarnos unos a otros. Pero hoy no hay motivos para pensar en 'nosotros' y 'ellos'. Los siete mil millones de personas no sólo tenemos que vivir juntos, sino que tenemos que ayudarnos mutuamente. Desde este punto de vista, la ética implica ocuparse de toda la humanidad aquí y ahora. No se trata de Dios o de Buda, significa considerar a todos los seres humanos como nuestros hermanos y hermanas. Se trata de cultivar la calidez de corazón.
»Hoy en día, además de nuestros problemas generales, tenemos que hacer frente a amenazas como el calentamiento global que nos afectan a todos. En tales circunstancias es importante que aprendamos a convivir feliz y pacíficamente. No tenemos necesidad, por ejemplo, de desarrollar armas aún más sofisticadas o más potentes. Necesitamos vivir en paz, conscientes de la unidad de la humanidad.
»Y creo que los pueblos de los Estados bálticos, Letonia, Lituania y Estonia, tienen un gran potencial para promover un amplio reconocimiento de la hermandad humana. Cuando era niño, conocí el mundo exterior a través de libros y revistas ilustradas y fui consciente de cómo una nación mayor había explotado a los Estados bálticos. La situación cambió y finalmente pude visitarlos.
»Lo que quiero destacar es que la ética arraigada en el sentido de la unidad de la humanidad es una fuente de felicidad. La guerra está desfasada. Las armas también están anticuadas y son un despilfarro de dinero y recursos. También tengo la sensación de que los países más pequeños pueden tener más oportunidades que los grandes para contribuir a la paz real en el mundo».
Al responder a las preguntas del público de los tres Estados bálticos, Su Santidad expresó su preocupación por sus hermanos y hermanas que han sufrido de múltiples maneras durante la pandemia del Covid-19. Expresó su gran admiración por la forma en que los profesionales de la medicina y la enfermería han atendido a las personas a su cargo. Mencionó que, como monje budista, reza cada día para que los enfermos se recuperen y para que la pandemia remita. Dirige sus oraciones especialmente a la Buda Tara y recita su mantra.
Al preguntarle cómo puede la gente aprender a transformarse, Su Santidad observó que los seres humanos tenemos cerebros especialmente ágiles. Debemos, sugirió, dejar de utilizarlos para insistir en las divisiones en "nosotros" y "ellos". Debemos asegurarnos de que la educación aborde más los valores humanos básicos, y fomente la preocupación por la humanidad en su conjunto.
«La educación moderna tiene en gran medida objetivos materiales, pero podemos aprender y poner en práctic los antiguos conocimientos indios sobre el funcionamiento de la mente y las emociones. Estos incluyen el saber sobre la no violencia y la compasión, que podríamos incorporar de forma fructífera a nuestro sistema educativo actual.
»Hoy en día, muchos científicos estudian la salud mental y se interesan por los métodos para lograr la paz mental. Estos forman parte de la higiene emocional, un correlato mental de la higiene física con la que protegemos nuestra salud, que implica aprender a atajar las emociones destructivas como la ira y el miedo. Implica además alimentar las emociones constructivas como la amabilidad y la compasión».
Su Santidad observó que en el pasado muchas regiones del mundo estaban dominadas por una presencia militar. Sin embargo, hoy en día, a medida que la democracia significativa sigue creciendo y con ella una preocupación social genuina, las cosas están mejorando. Muchos ciudadanos desean reducir la brecha entre ricos y pobres. Los individuos se responsabilizan cada vez más del bienestar de todos.
Las personas escuchan sus propios sentimientos y experiencias para decidir cuándo actuar en lugar de esperar a que otros les den órdenes o instrucciones. Los sentimientos forman parte de la mente. El antiguo conocimiento indio, conservado en la Tradición de Nalanda, ofrece explicaciones detalladas sobre el funcionamiento de la mente y las emociones. Hay muchos buenos libros que podemos estudiar para aprender a convertirnos en individuos más pacíficos y serenos.
Su Santidad aludió a la enorme cantidad creciente de fuentes de información disponibles hoy en día para todos los que tienen un teléfono inteligente. Advirtió que no hay que dejarse engañar por las informaciones distorsionadas ni por los peligros de la libertad de expresión irresponsable. Aconsejó que a medida que la gente se eduque mejor y tenga más discernimiento, los que ofrecen información distorsionada se irán viendo revelados y deshonrados. Incluso las grandes naciones, señaló, pueden ser puestas en evidencia por mentir.
Nos guste o no, dijo, ya que tenemos que vivir juntos en este único planeta, tenemos que darnos cuenta de que diferencias como la fe, la nacionalidad o la raza son secundarias si se comparan con el hecho de que todos somos seres humanos. Debido a esta igualdad básica tenemos que reducir y eliminar la brecha entre ricos y pobres. Necesitamos que la sociedad se base en principios morales.
«Soy optimista —comentó Su Santidad—, en cuanto a que las actitudes están cambiando para mejor».
Cuando le preguntaron por el lugar del cristianismo y el budismo en el siglo XXI, Su Santidad desaconsejó confiar demasiado en las viejas formas de pensar. Comentó que ahora, al enseñar sobre budismo, no se limita a repetir lo que se dijo en el pasado. Alabó la adopción de una visión más científica a la luz de la razón. Esto no afecta al mensaje central de la bondad amorosa. Para los cristianos, Dios, como un padre compasivo, es el creador, que hace de sus hijos, todos los seres humanos, hermanos y hermanas.
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