Thekchen Chöling, Dharamsala, HP, India - Esta mañana, la Sra. Neelkamal Sihota, profesora de matemáticas de la Escuela Británica de Nueva Delhi, dio la bienvenida a Su Santidad el Dalái Lama, en nombre de la escuela, a una conversación por internet sobre Bienestar y Resiliencia. Explicó que los alumnos y alumnas estaban en edades comprendidas entre los 11 y los 14 años. Le dijo a Su Santidad que ella y los estudiantes se sentían muy honrados de que hubiera aceptado hablar con ellos y que esperaban sus palabras con impaciencia.
Su Santidad saludó al público con un «Namaste».
«Estoy muy contento de reunirme con jóvenes estudiantes principalmente de la India —les dijo—. Desde mi infancia he recibido una educación que tiene sus orígenes en la India y que procede de las tradiciones de la Universidad de Nalanda. Cada parte de mi cerebro se ha impregnado del pensamiento indio. Y, como he vivido aquí la mayor parte de mi vida, mi cuerpo también se ha nutrido de arroz, dal y chapatis indios. Por lo tanto, me considero un "hijo de la India".
»Durante el tiempo que he vivido aquí, he podido conocer a todo tipo de personas, incluidos científicos modernos. Creo que he sido capaz de mantener mis conversaciones con ellos gracias a la formación en la razón y la lógica de la India antigua que recibí. Buda animaba a sus seguidores a no aceptar ni siquiera sus propias palabras por respeto a la autoridad, sino a examinarlas e investigarlas. Así lo hicieron los grandes eruditos de Nalanda, como Nagarjuna, Asanga, Dignaga, Dharmakirti y Chandrakirti.
»Los científicos tienen una buena comprensión del mundo material, pero su comprensión del funcionamiento de la mente no es tan buena. Hemos podido compartir con ellos la explicación detallada de la Tradición de Nalanda sobre el funcionamiento de nuestras mentes y emociones.
»Mientras tanto, la India ha fomentado las nociones de 'ahimsa' y 'karuna' durante miles de años. Que una acción sea violenta o no depende de la motivación que la provoca. Si nuestra acción está motivada por la ira, es muy probable que sea violenta. Si estamos motivados por la "karuna" o compasión, nuestras acciones serán no violentas. Creo que la India tiene la oportunidad de combinar estas cualidades de compasión y no violencia con la educación moderna.
»Los científicos tienen interés en aprender más sobre la mente en general, pero especialmente sobre cómo lograr la paz mental. En el siglo pasado, Mahatma Gandhi dio un ejemplo al mundo de la eficacia de la no violencia para lograr sus objetivos. En este siglo, los jóvenes de hoy tendrán la oportunidad de demostrar cómo mantener la paz mental.
«Mucha gente habla de instaurar la paz en el mundo.Para ello, podemos reducir el armamento y el comercio de armas, pero estas medidas no serán efectivas si no conseguimos primero la paz en nuestro interior. Debemos debatir para conocer los puntos de vista de los demás y, cuando surjan conflictos, debemos resolverlos mediante el diálogo. Ahora, ¿tienen alguna pregunta?».
La Sra. Neelkamal Sihota presentó a Misaki Tomiyama, una estudiante estadounidense, que iba a ser la moderadora. Ella presentó a la primera participante, que quería saber si nuestras comunidades se recuperarán después de los trastornos causados por la crisis de la Covid. Su Santidad le dijo que no es la primera vez que el mundo se enfrenta a una enfermedad tan grave. Sin embargo, los investigadores y los profesionales de la medicina están trabajando muy duro para encontrar formas de tratarla y proteger así a la población. Por ello, no debemos sentirnos desanimados, sino que debemos tener confianza y ser positivos respecto al futuro.
Explicó que estar bien físicamente también depende de nuestro estado emocional. Estar en paz con nosotros mismos favorece nuestro bienestar físico. Citó a un antiguo maestro indio que dio útiles consejos prácticos al respecto. En primer lugar, analiza la situación a la que te enfrentas. Si hay una solución al problema, debes tener el valor de ponerla en práctica. Si no hay solución, es mejor que aceptes que es así. Dejarte llevar por el enfado o la frustración no servirá de nada. Esta es una postura realista que nos puede ayudar mucho».
Cuando le preguntaron si creía que la paz y la estabilidad volverían al mundo, Su Santidad afirmó que así sería. «Muchos de los problemas a los que nos enfrentamos los hemos creado nosotros mismos. Se producen porque insistimos en ver a las personas en términos de 'nosotros' y 'ellos'. En cambio, debemos reconocer la unidad de la humanidad. Dado que la religión a veces se usa como base para la discriminación, debemos adoptar una actitud secular tal como se hace en la India. Esto significa mostrar respeto hacia la deciante la decisión individual de cada persona de seguir una religión concreta o de no seguir ninguna. No se trata de que imponer una sola verdad y una sola religión: hemos de aceptar el amplio abanico de creencias y opiniones: muchas religiones y muchos aspectos de la verdad.
»Nos enfrentamos a dos tipos de problemas, algunos, como he dicho son efectos directos de nuestra tendencia a la discriminación. Otros, como los fenómenos meteorológicos extremos, las inundaciones y los incendios forestales, que forman parte de la crisis climática, están fuera de nuestro control. Para hacer frente al cambio climático, tenemos que evitar el uso de combustibles fósiles y recurrir a fuentes de energía renovables, como la energía solar o la eólica.
»Algunos amigos me han explicado que, si no hacemos nada, el calentamiento global causará la sequía de muchas de nuestras fuentes de agua. Algunos me han dicho que el Tíbet podría convertirse en un desierto árido como gran parte de Afganistán. La situación es muy grave».
Una joven quería saber cómo practicar la compasión en estos momentos en los que tenemos que mantener la distancia social. Su Santidad le dijo que debemos pensar en los demás seres humanos como si fueran nuestros hermanos y hermanas. Los seres humanos somos animales sociales. Mostrar amabilidad hacia los demás es algo natural para nosotros desde el momento en que nacemos. En el pasado, puede que viviéramos en comunidades aisladas, pero hoy somos todos interdependientes, vivimos en una economía global, no tenemos más remedio que tener en cuenta a toda la humanidad.
Para ser resilientes tenemos que mantener nuestra determinación y comportarnos con compasión y no violencia.
Una estudiante invitó a su Santidad a explicar la práctica de la atención plena. Su Santidad observó que tener atención plena significa ser conscientes de nuestro comportamiento físico, verbal y mental. Poner atención a nuestras palabras se refiere a tener cuidado de no utilizar palabras que puedan herir a los demás o provocar desconfianza.
También podemos ser conscientes de nuestras acciones físicas. Los monjes jainistas, por ejemplo, practican la atención plena al caminar para no hacer daño a otras criaturas, incluso a los pequeños insectos. La atención plena consiste en vigilar el efecto de nuestras acciones en los demás. Por tanto, podemos ser conscientes incluso de nuestras expresiones faciales, y tratar de mostrar un rostro amable.
Si nos familiarizamos con la práctica de la atención plena durante la vigilia, también lo seremos capaces de estar conscientes cuando durmamos, en nuestros sueños. Su Santidad insistió en que los estudiantes deben poner atención en sus estudios, concentrarse en la materia que están estudiando y prestar atención a lo que dice su profesor.
Hay todo tipo de acciones que realizamos por costumbre y que podemos cambiar si nos volvemos más conscientes. Esto nos permitirá, por ejemplo, ser más atentos en las relaciones con nuestros amigos y compañeros de estudios».
Cuando le preguntaron si tenía un mensaje especial sobre el bienestar y la resiliencia que quisiera transmitir, Su Santidad respondió que intenta constantemente promover la idea de la unidad de la humanidad y de considerar a nuestros semejantes como hermanos y hermanas. Esta es la base para cultivar la preocupación por el bienestar de los demás y crear así un mundo más feliz y pacífico.
Declaró que en la medida en que seamos capaces de superar nuestros problemas, debemos esforzarnos por hacerlo sin rendirnos. Hacer lo contrario sólo será motivo de arrepentimiento en el futuro. «Cuando escapé del palacio de Norbulingka, en Lhasa, el 17 de marzo de 1959, no sabíamos si viviríamos para ver salir el sol otro día, pero no nos rendimos. Gracias a nuestra determinación, pudimos superar los obstáculos que teníamos ante nosotros y escapar. Llegamos a la India como refugiados, donde, finalmente, pudimos establecernos.
»Con el apoyo del Gobierno de la India, establecimos escuelas donde nuestros niños y niñas podían estudiar su propia lengua y cultura. Restablecimos nuestros centros monásticos de aprendizaje, donde los monjes y monjas que estudian con rigor han mantenido viva la Tradición de Nalanda».
La última pregunta dirigida a Su Santidad se refería a si alguna vez se enfada y, en tal caso, cómo gestiona el enfado. Respondió que cuando se trata de asuntos como el grave sufrimiento que los chinos de línea dura han impuesto a los tibetanos, siente tristeza antes que ira. Mencionó al antiguo maestro indio que observó que podemos estar agradecidos a nuestros enemigos por proporcionarnos oportunidades para desarrollar la paciencia. Sin embargo, reveló que, a veces, cuando el zumbido de un mosquito perturba su sueño, se le ocurren medidas drásticas, pero normalmente, como practicante budista, piensa en todos los seres sensibles con bondad, los considera como sus madres, y procura preservar sus vidas.
Mark Taitt, director de la escuela secundaria, agradeció a Su Santidad su participación en esta conversación por internet y sus consejos sobre cómo encontrar un camino positivo en estos tiempos difíciles.
Su Santidad respondió con unas últimas palabras de consejo: «La educación —dijo—, no consiste solo en aprender sobre el mundo material. También tenemos que aprender a manejar nuestras emociones. A este respecto, es muy útil pensar en una observación formulada en la física cuántica, según la cual nada existe como parece. Esta afirmación nos puede llevar a concluir que el hecho de que juzguemos a las personas o las cosas como buenas o malas es en realidad una proyección mental, el efecto de un sesgo. Nuestra respuesta de ira o apego a las personas y a las cosas se asienta sobre el modo en que las percibimos, es decir, sobre las apariencias. La idea de que unos son amigos y otros enemigos es una visión parcial basada en nuestras propias proyecciones mentales.
»Gracias, adiós, y ¡hasta pronto!».