Thekchen Chöling, Dharamsala, HP, India - Esta mañana, Su Santidad el Dalái Lama fue invitado a participar en una conversación con Ian Hickie, profesor de psiquiatría en Sydney, como parte de la Conferencia sobre la Felicidad y sus Causas de este año en Australia. El moderador Tony Steel dio la bienvenida a Su Santidad, al profesor Hickie, a otros participantes de la conferencia y a una audiencia virtual de varios miles de personas. Empezó preguntando a Su Santidad cómo podemos abordar el aislamiento y la soledad en tiempos difíciles como los que está atravesando el mundo en estos momentos.
«En primer lugar, quiero enviar mis saludos —respondió Su Santidad—. Australia está demasiado lejos para que yo viaje ahora. Tengo muchos amigos allí y en Nueva Zelanda, donde aprendí a saludar a la gente frotando las narices. Nos hicimos entonces amigos, creo que la amistad permanecerá durante el resto de nuestras vidas. Desde un punto de vista budista, una vez que hemos formado una conexión cercana con alguien, la cercanía continúa vida tras vida.
»En el mundo actual, los efectos del calentamiento global, como los incendios forestales que han arrasado partes de Australia, están fuera de nuestro control. Son fenómenos naturales que reflejan lo que está escrito en algunos antiguos textos indios acerca de cómo la violencia y la hambruna pueden provocar el fin del mundo tal y como lo conocemos. Algunos científicos me han sugerido que si las cosas siguen así, el clima se volverá tan caluroso que nuestras fuentes de agua, lagos y ríos, se secarán.
»Lógicamente, todo lo que tiene un principio llegará a su fin. No hay mucho que podamos hacer al respecto. Lo que podemos hacer, mientras tanto, es vivir una vida pacífica y feliz. Es muy triste si dedicamos nuestro tiempo limitado a pelear entre nosotros. Pero aprender a vivir feliz y pacíficamente requiere educación. Necesitamos aprender del hecho de que durante el siglo pasado y en los primeros años de este siglo ha habido demasiada violencia.
»Todos los seres sensibles quieren llevar una vida feliz y una vida feliz significa una vida en paz. Por lo tanto, tenemos que pensar seriamente en cómo hacer que nuestro mundo sea más pacífico y armonioso. Somos animales sociales. Dependemos de la comunidad en la que vivimos. Desde el momento en que nacemos, dependemos del cuidado y el afecto de nuestra madre y de nuestra familia para sobrevivir. Esto no tiene nada que ver con una práctica religiosa, es simplemente un comportamiento natural.
»Cuando tenemos unos dos o tres años, no nos importa si las familias de otros niños siguen esta o aquella religión, o pertenecen a esta o aquella raza, siempre que sonrían y jueguen felices con nosotros. Desde este punto de vista, los niños y niñas son conscientes de la unidad de la humanidad. Sin embargo, una vez que empezamos a ir a la escuela, aprendemos a identificar las diferencias entre nosotros. Notamos diferencias de fe, o de estatus social, si nuestros compañeros son ricos o pobres, etc. Sin embargo, estas distinciones sólo tienen un valor secundario. Fundamentalmente todos somos iguales en cuanto que somos humanos.
»Todos tenemos semillas de compasión, bondad amorosa y preocupación por los demás. Si nos esforzamos, podemos tomar esa base para construir una comunidad humana feliz. Tengo una experiencia de primera mano sobre ello. Cuando aún estábamos en el Tíbet, pensábamos en el mundo exterior y en la gente que lo habitaba como algo diferente a nosotros, en especial nos sentíamos diferentes de los europeos por sus grandes narices. Pero una vez que nos convertimos en refugiados en la India, constatamos que aquellos narigudos fueron quienes se convirtieron en algunos de nuestros mejores amigos. Nos dimos cuenta de la unidad de la humanidad y entendimos que todos los seres humanos somos básicamente iguales.
»Descubrimos que todo el mundo quiere llevar una vida feliz. Sin embargo, la verdadera felicidad no consiste en tener dinero o poder, sino en lograr la paz interior. Si tenemos paz interior, seremos felices de día y de noche. La felicidad está relacionada con nuestras emociones. Y todos tenemos el potencial de experimentar tanto emociones positivas como negativas. Cuáles cultivamos depende de cómo usamos nuestra inteligencia.
»Podemos aprender a cultivar la paz mental. Entonces, podemos emplear nuestra inteligencia para extender nuestras mentes compasivas a nivel individual, familiar, comunitario y global. Es nuestra naturaleza ser compasivos y aún así creamos todo tipo de problemas para nosotros y para los demás. La educación debería enseñarnos a apreciar que somos como hermanos y hermanas, y que no tenemos mucho tiempo. Si estuviéramos en una aldea al pie de una colina y una gran roca rodara hacia nosotros, ¿no sería una tontería pasar nuestros últimos momentos peleándonos?
»A través de la educación debemos enfatizar la unidad de los más de siete mil millones de seres humanos que viven hoy en día. Y otra cosa, así como enseñamos a los niños y niñas a observar la higiene física por sus beneficios para nuestra salud, tenemos que enseñarles a cultivar la higiene emocional. Necesitan aprender a abordar sus emociones destructivas y a lograr la paz mental.
»Si el futuro de la humanidad y de nuestro planeta están en riesgo, ¿no sería mejor vivir felizmente juntos? Podemos prescindir de las armas. Debemos aspirar a la desmilitarización global y a un mundo sin miedo».
Tony Steel invitó al profesor Ian Hickie a la conversación. Hickie comentó que los aborígenes tienen un dicho que dice que un individuo sólo puede encontrar la paz interior si todos la tienen. Esto es un reflejo de cómo necesitamos grupos sociales. Últimamente, sugirió, la salud mental ha estado decayendo debido al deterioro de las relaciones sociales. Necesitamos basar nuestras aspiraciones de acción colectiva en el reconocimiento de nuestra estrecha conexión con los demás.
Estuvo de acuerdo con Su Santidad en que no podemos centrarnos sólo en lo que sucede a nivel local, tenemos que pensar en la comunidad en general. La gente tiene miedo y está preocupada por el futuro. Si el bienestar colectivo se basa en la compasión, y si mi sentido de la paz interior implica que tú también estés en paz, ¿cómo lo conseguimos?
En su respuesta, Su Santidad habló de su admiración por el espíritu de la Unión Europea. Explicó cómo durante siglos, hasta la primera y segunda guerra mundial, Francia y Alemania habían sido enemigos. Más adelante se dieron cuenta de que mantener el conflicto era inútil. Su forma de pensar cambió. Los antiguos enemigos se convirtieron en amigos. Adenauer y de Gaulle reconocieron que sus pueblos tenían que vivir codo con codo, así que iniciaron lo que se convertiría en la UE. Gracias a ello, durante siete décadas los miembros de la UE no se han matado entre sí.
En las democracias modernas, observó, el poder ya no pertenece a los reyes o a las reinas. El poder está en manos de la comunidad, y en su ejercicio debe considerarse el bien de toda la comunidad. Hoy en día, las fronteras nacionales ya no reflejan la situación real; ni el flujo de dinero, ni la propagación del virus son detenidos por ellos.
«Tenemos que pensar en lo que beneficia a la mayoría de la población, no sólo en lo que es bueno para unas pocas empresas. La brecha entre los ricos y los pobres es un grave problema, ante el cual los pobres sufren y las mujeres son explotadas. No sólo debemos reducir la brecha entre ricos y pobres, sino que también debemos aprender a pensar en los demás como iguales».
El profesor Hickie quería saber cómo la gente puede reconciliar los desafíos que enfrenta a nivel mundial con lo que experimenta a nivel local. Su Santidad recordó las palabras de un antiguo maestro indio que recomendaba analizar cualquier problema para ver si puede ser resuelto. Si puede, entonces implementar la solución es lo que debemos hacer. Si no hay solución y no se puede hacer nada, entonces debemos aceptarlo. Preocuparnos por ello no nos servirá de nada.
Con respecto a la pandemia, Su Santidad comentó que mucha gente está trabajando para encontrar tratamientos y desarrollar una vacuna, así que no hay necesidad de sentirnos desanimados. Es importante creer que el desafío puede ser superado.
Hickie preguntó cómo se puede transmitir la esperanza a la próxima generación. Su Santidad respondió que vamos a tener que prestar más atención a la ecología. El cambio tendrá lugar durante el próximo siglo. Una prueba decisiva será la protección de las fuentes de agua. Admitió que puede ser poco práctico y poco realista, pero se ha preguntado si no sería posible, en lugares como el Sahara, utilizar la energía solar para operar plantas de desalinización para reverdecer el desierto y así producir más alimentos.
Su Santidad dijo que a su edad, 86 años, no le preocupa su porvenir, pero se siente muy animado por la forma en que los jóvenes de hoy en día son muy conscientes de los riesgos para su futuro.
Hickie mencionó que hay gente que dice que centrarse en su propia paz interior es tomar un enfoque egoísta y retirarse del compromiso con el mundo real. «¿Cómo reconciliamos el lograr la paz mental y llevar una vida compasiva con el compromiso con un mundo complejo?».
«Nos conviene crear un mundo más feliz —respondió Su Santidad—. Ante una crisis, sería una tontería fomentar más conflictos. El hecho de que todas las tradiciones religiosas enseñen la importancia del amor y la compasión, la tolerancia y el perdón significa que hay una base para la armonía entre ellas. Pero ya que todos tenemos que vivir juntos, animo a que se adopte un enfoque laico, para que vivamos simplemente como seres humanos de corazón cálido».
Tony Steel hizo una última pregunta a Su Santidad sobre su relación con los científicos en los últimos treinta años o más. Preguntó a Su Santidad qué pensaba que había sido capaz de contribuir a la ciencia moderna y qué había ganado con la interacción.
«La tradición de Nalanda se basa en la razón y la lógica —observó Su Santidad—. Tomar un enfoque lógico y razonado, investigar y analizar es algo que compartimos con la ciencia. Ahora, en lo que respecta a la mente, la ciencia moderna aún tiene una comprensión limitada. Sin embargo, hoy en día los científicos le prestan mucha más atención, especialmente en lo que respecta a las técnicas para crear paz interior.
»Se han hecho progresos notables en la comprensión de las funciones del cerebro, pero aún no se ha alcanzado la correspondiente comprensión del funcionamiento de la conciencia mental. La experiencia de los yoguis que se han entrenado en las antiguas tradiciones indias es útil por la luz que arroja en los diversos niveles de la conciencia sutil. Un ejemplo es el fenómeno observado de los meditadores que se muestran clínicamente muertos, pero cuyos cuerpos permanecen frescos durante un período después de su aparente muerte. La ciencia no tiene, hasta ahora, ninguna explicaciónpara este fenómeno.
»Nuestra versión es que el nivel más sutil de conciencia ha permanecido en los canales psíquicos del cuerpo. El corazón se ha detenido y el cerebro ha dejado de funcionar y aún así la descomposición natural no se produce. Los científicos, entre ellos los rusos y los americanos, están investigando sobre ello».
Tony Steel agradeció a Su Santidad y al profesor Ian Hickie por sus contribuciones. Terminó deseando a Su Santidad buena salud y una larga vida, y expresó la esperanza de volver a verlo en persona dentro de poco.