Praga, República Checa - Esta mañana llovía cuando Su Santidad el Dalái Lama salió de su hotel y atravesó Praga para llegar a la sala del Senado del Parlamento checo. A su llegada fue recibido por Miluse Horska, vicepresidente del Senado, que lo acompañó a una reunión con 14 senadores y 34 diputados. Se sentaron todos juntos en una mesa mientras Su Santidad les decía:
«Es un gran honor para mí estar aquí con ustedes, representantes del pueblo. Desde mi infancia he tenido interés y respeto por la democracia. Mientras estaba en el Tíbet intenté introducir reformas, pero los chinos las frenaron porque querían que las cosas se hicieran a su manera. Tras llegar a la India en 1959 pude introducir cambios. Creamos un Parlamento en el exilio y en 1963 publicamos una carta para los tibetanos que declaraba que el poder del Dalái Lama podía ser abolido por una mayoría de 2/3 de los diputados.
»En 2001, me semi-retiré a favor de un liderazgo elegido y en 2011, yo mismo me retiré completamente y puse fin al papel político del Dalái Lama».
La Sra. Horska preguntó qué consejo podría tener Su Santidad para ellos como legisladores y él respondió que debían mantener sus principios, pero que, por lo demás, la forma en que se condujeran era algo que debían decidir ellos mismos.
«Tras la caída del comunismo, este país fue uno de los primeros en instituir la democracia bajo el liderazgo del Presidente Havel. Lo que siempre digo a la gente es que todos somos iguales como seres humanos, física, mental y emocionalmente. Todos tenemos el potencial de hacer daño, al igual que todos tenemos el potencial de hacer el bien. Independientemente de si tenemos alguna fe religiosa o no, todos somos seres humanos. Utilizando nuestra inteligencia podemos evaluar hasta qué punto la ira, los celos y el egocentrismo perjudican nuestros intereses, mientras que la compasión y la preocupación por los demás los sirven. Esto es algo de lo que siempre hablo cuando me reúno con otras personas, y no hablo como budista o como Dalái Lama, sino de nuestra experiencia común como seres humanos.
«Si te mantienes en tus principios, serás naturalmente honesto y veraz, cualidades que son importantes en los políticos elegidos».
Su Santidad mencionó que, cuando llegó por primera vez a la recién liberada Checoslovaquia, sugirió que podría ser útil llegar a un enfoque combinado de la economía que preservara las preocupaciones socialistas por los pobres al tiempo que aprovechara las cualidades dinámicas del capitalismo. Informó de que, cuando se reunió recientemente con un grupo de intelectuales rusos, éstos le comentaron lo restringidas y controladas que están las cosas para ellos en la actualidad. Su Santidad sugirió a los checos que aprovechen cualquier oportunidad que se les presente, ya sea para visitar a turistas o estudiantes rusos, para mostrarles el valor de la libertad y la democracia.
«Hace unos días conocí al Presidente de Eslovaquia, Andrej Kiska —dijo Su Santidad a los políticos checos—, que me pareció un verdadero seguidor del Presidente Havel. Me impresionó».
Su Santidad se declaró igualmente impresionado por los delegados de Egipto, Arabia Saudí e Israel con los que se reunió ayer, lamentando únicamente la escasez de tiempo para hablar con ellos. En relación con el Foro 2000, informó de su sugerencia de que se invite a grupos de estudiantes, especialmente de zonas en conflicto, a asistir a talleres en relación con los debates más amplios. Describió a un grupo de estudiantes de este tipo que el Instituto de la Paz de los Estados Unidos había llevado a visitarlo a Dharamsala.
Cuando la reunión, que se había alargado bastante, llegó a su fin, los participantes se agruparon en torno a Su Santidad para intercambiar algunas palabras personales, estrechar su mano, solicitar su firma o simplemente hacerse una fotografía con él.
Tras el almuerzo, Su Santidad se dirigió al Palacio de Lucerna, donde le esperaba una multitud de 2800 personas.
«Queridos hermanos y hermanas —comenzó—, así es como empiezo siempre. Bajo el liderazgo del difunto presidente Havel, su país se mantuvo fiel a sus principios. También el otro día, en la plaza Hradcanske, fui testigo de su apoyo constante al Tíbet, que es una causa justa, y de su apoyo a nuestro enfoque no violento. En nombre del pueblo tibetano y de todos los que aman la no violencia, me gustaría darles las gracias de corazón.
»El otro día también mencioné brevemente mis tres compromisos. Me comprometo a promover la felicidad humana, cuyo factor más importante es la paz mental. Y la mejor manera de lograrlo es cultivar la compasión. Todas las principales tradiciones religiosas abogan por el amor y la compasión. Mientras tanto, los científicos han revelado pruebas de que la naturaleza humana básica es la compasión, así que hay una esperanza real.
»Mi segundo compromiso es fomentar la armonía interreligiosa y el tercero tiene que ver con el Tíbet. En cuanto a la responsabilidad política, me he retirado totalmente, pero sigo profundamente preocupado por mantener vivas la lengua y la cultura tibetanas y por proteger el frágil entorno natural del Tíbet.
»No quiero limitarme a repetir lo que le dije el otro día, así que esta vez me gustaría responder a sus preguntas. Por favor, pregúntenme lo que quieran».
La primera persona que preguntó quería saber no sólo cómo desarrollar la compasión, sino cómo animar a las personas enfadadas a hacerlo. Su Santidad señaló que incluso aquellos que parecen enfadados ahora no eran así cuando nacieron. Incluso ellos comparten la naturaleza humana básica de la compasión de la que hablan los científicos. Señaló que demasiado nacionalismo, egocentrismo y enfoque de las personas en términos de «nosotros» y «ellos» va en contra de la compasión. Describió los sistemas educativos existentes como inadecuados, porque se centran en objetivos materialistas y prestan poca atención a los valores interiores universales. Dijo que lo que él llama ética secular sigue siendo de gran relevancia en el mundo interdependiente en el que vivimos hoy. Estos valores pueden abordarse sobre la base de los descubrimientos científicos, la experiencia común y el sentido común.
Al desarrollar la idea de la naturaleza positiva básica de los seres humanos, Su Santidad señaló que a los niños y niñas no les importan las diferencias de nacionalidad, raza o fe, sino que se aceptan como son y juegan. También pidió a sus oyentes que imaginaran que estaban perdidos solos en una isla vacía o cruzando un desierto y que de repente veían a alguien en la distancia. La respuesta natural sería llenarse de alegría al conocer a otro ser humano sin importar de dónde viene o en qué cree. El ejemplo muestra lo profundamente que apreciamos el sentido de la unidad de la humanidad.
Varios interrogadores expresaron su malestar por la dirección de los acontecimientos en la República Checa e incluso en los Estados Unidos. Su Santidad repitió que es fácil quejarse si no se miran los fenómenos desde una perspectiva más amplia.
«En comparación con la vida en Irak o Siria en estos momentos —dijo—, las cosas siguen siendo bastante buenas donde estamos. Si, en lugar de preocuparnos por el mundo en general, aprendemos a hacer frente a nuestras emociones destructivas, desarrollaremos una fuerza interior que nos asegurará el sentido de la esperanza y el optimismo que son cruciales para el éxito. La amistad es importante y no hacemos amigos acumulando poder y dinero, sino mostrando compasión y preocupación por los demás.
»Estoy feliz de venir aquí y, aunque naturalmente echo de menos al presidente Havel, me alegra ver que sus amigos comparten su sabiduría y trabajan para cumplir su visión. Por supuesto, es rutinario que allá donde voy la embajada china esté ocupada, pero al menos me dan publicidad. Si pudiera hablar en privado con los que me critican en público, quizá expresaran una opinión diferente. En un sistema totalitario no hay libertad de palabra ni de expresión, pero ustedes, las personas checas, lo saben bien».
Cuando alguien preguntó cómo es posible tener una buena motivación, sentir compasión, sin conseguir cambiar nada, Su Santidad habló de una ocasión en Japón. Asistía a una reunión de Premios Nobel de la Paz en Hiroshima en la que sus colegas, uno por uno, repetían: «Recemos por la paz». Cuando llegó su turno, dijo: «Está muy bien rezar por la paz, pero la paz sólo llegará si tomamos alguna medida. Debemos ser prácticos, realistas y decididos».
Alguien le preguntó en voz baja: «¿Piensa reencarnarse de nuevo?», y Su Santidad respondió repitiendo su oración favorita:
Mientras dure el espacio
Y mientras los seres vivos permanezcan,
Hasta entonces, que pueda yo también permanecer
Para disipar la miseria del mundo.
Y cuando alguien le preguntó en qué creía, respondió:
«Que la naturaleza humana básica es positiva y compasiva y que podemos, si lo intentamos, trabajar juntos para construir un mundo más feliz y pacífico».
En relación con la petición de que volviera a venir en el futuro, Su Santidad declaró que siente la responsabilidad de hacerlo, debido a su estrecha amistad con el presidente Havel. Dijo:
«Ciertamente vendré, pero tendrán que enviarme una invitación. Mañana me iré a Italia, mientras ustedes permanecen aquí. Miren sus problemas desde una perspectiva más amplia y enfréntense a ellos con confianza. Como dijo Buda: "Usted es su propio maestro". El éxito depende de que tengan confianza y sean optimistas. Adiós».
La sala estalló en vítores y aplausos fuertes y prolongados.